Un cantinero es el mejor amigo del cliente, es casi su psicólogo, su niñera y su conciencia. El cantinero es como una especie de chamán que vive en esos desiertos donde hay todo tipo de bebidas, excepto agua. En esos lugares secos han escuchado sinnúmero de historias increíbles y han presenciado hechos de lo más inverosímil. Estos son algunos de esos relatos de cantineros:
1. Cuando un cliente ofreció dinero por sexo
“En una ocasión un hombre en Brisbane, Australia, sacó 500 dólares de su cartera y se los ofreció a una mujer para tener sexo en el baño. Ella lo golpeó en la cara y le vació encima la bebida que le acababa de servir a él. Por alguna razón el hombre se sorprendió y se alejó; pero una hora y media más tarde, el personal de seguridad los encontró en el baño teniendo sexo e inhalando cocaína… los echó del bar”.
2. El ebrio admirable
“En una ocasión un tipo se acercó a una chica, le dijo algo y ella lo golpeó. Luego hizo lo mismo con su amiga, quien también lo abofeteó. Siguió recorriendo el bar mientras las mujeres le daban la espalda, le huían o invariablemente lo golpeaban y le tiraban sus bebidas en la cara. Hizo esto sin parar, con una docena de señoritas. Después de eso, se dio por vencido.
“Nunca supe qué era lo que les preguntaba, así que solo puedo admirar su tenacidad. En algún lado hay una princesa que estrangulará al tipo mientras está sentada en su pecho y la cámara graba, y entonces sabrá que es la indicada”.
3. El amigo imaginario
“En un bar en Yucatán, México, se instauró el día del ‘amigo imaginario’, en honor a un cliente que un día llegó a la barra y pidió una cerveza para él y otra para su amigo.
“Serví dos cervezas, nunca llegó nadie y se tomó las dos. Así lo hizo varias veces hasta embriagarse. Le platiqué a los dueños y desde entonces los martes, si acudes con tu amigo imaginario, él toma gratis”.
4. El misterio del apestoso con suerte
“Había un cliente apestoso; era un hombre normal, pero muy apestoso. No sé si era un problema médico o si simplemente no se bañaba. Era un tipo agradable. No era alguien que oliera como si hubiera salido de un juego de hockey, sino olía a sudor rancio… y normalmente se tomaba 6 o 10 cervezas en una hora. La gente hacía bromas, se reía de él, pero lo singular era que siempre, luego de 2 horas, se iba con una mujer distinta cada vez.
“Olía como el trasero de un burro, pero SIEMPRE que venía, una mujer se iba con él por sus encantos”.
5. El caso del tipo normal
“Había un tipo tímido que siempre se sentaba en la barra. Se tomaba unas cervezas mientras veía el juego y era una persona siempre amigable y de apariencia promedio, pero agradable. Como muchos, se dedicaba a ver a las chicas guapas que entraban al bar. Y una noche específicamente, lo presioné un poco.
“No estaba ebrio, solo se había tomado 2 o 3 cervezas, y si lo alentabas un poco finalmente se las arreglaba para juntar el coraje de saludar a una chica bonita. Finalmente lo hizo y hablaron un poco, pero se veía que era un poco incómodo para ambos. Regresó con la mirada baja, ordenó otra cerveza, y siguió viendo el juego.
“Unos minutos después, la chica con la que habló vino a pedir una bebida y volvió a hablarle. Ambos estaban sonriendo. El tipo estaba radiante. Casi brillando. Lo que haya pasado después es irrelevante (yo solo estoy trabajando), pero en ese momento el tipo se sintió el rey del mundo, y eso le da un poco de luz a tu turno. Siempre recuerdo esos detalles de los momentos felices de esos ‘tipos promedio'”.
6. La mujer de otro
“En ese entonces trabajaba en un hotel de lujo, cuando una pareja entró al bar. Ellos estaban uno sobre el otro, se sentaron en una esquina, y estaban besándose: las manos de ella estaban en sus pantalones y él le acariciaba el pecho… típica pareja ebria del sábado por la noche.
“Pidieron champaña y comieron unos filetes, lo usual. Pero luego de 35 minutos ella se quedó dormida sobre la mesa (desmayada) y él se levantó al baño… ¡nunca regresó!
“Para entonces tenían una cuenta de 300 dólares en comida y bebida, así que llevé la cuenta a la mesa, pero ella seguía desmayada y él ya no estaba en el baño. Pensé: ‘típicos huéspedes. Sacaré su nombre de su cartera, veré su número de cuarto y cargaré la cuenta a su habitación.
“La mujer seguía incosciente, así que se me ocurrió llamar a su cuarto y su esposo o novio contestó… y aquí es donde se pone interesante. El esposo respondió y dijo: ‘¿de qué estás hablando?, mi esposa está en el spa a unas calles de aquí arreglándose las uñas’. Bajó y la encontró desmayada (es obvio que el tipo con el que estaba le puso algo a su bebida). Él estaba furioso y empezó a golpearla en la cara para que despertara. Tomó su bolsa y todas sus tarjetas de crédito y su dinero ya no estaban”.
7. Las cougars alocadas
“Una noche, dos mujeres de uno 50 años, delgadas, rubias y que se vestían conservadoramente pero tenían una apariencia muy sexi, llegaron con la intención de encontrar dos enamorados de 21 años. Una hora después, una mujer del personal me dijo que había dos tipos en el baño de mujeres orinando, y que sacó a todas las mujeres para ver qué pasaba.
“Tocó en una de las puertas de los escusados y dijo: ‘oye amigo, no puedes estar aquí, tienes que salir’; el hombre respondió: ‘sí, claro, un minuto’. Pasaron 30 segundos y nadie salió, así que se asomó por debajo de la puerta y vio dos pares de pies. Los pies del tipo apuntando hacia adelante y los de una mujer apuntando hacia ella. Abrió la puerta y vio un par de cachetes sostenidos por unas manos femeninas envejecidas. Retrocedió, y les dijo que salieran. Luego abrió la puerta de al lado y vio lo mismo.
“Finalmente los cuatro fueron echados del bar, y mientras los jóvenes de 21 tenían una mirada de pánico porque pensaban que iban a ser arrestados, las dos cougars salieron muertas de la risa. Lograron su cometido”.
8. El gordo presumido
“Un sujeto con sobrepeso se apareció en el bar con una mujer extremadamente sexi. Él quería lucirse y trataba de parecer importante. Compró una ronda de bebidas caras y se gastó 70 dólares; pero sacó su tarjeta de crédito y solo dejó propina de un dólar. Cinco minutos después, al personal del bar ya odiaba al tipo, pero su cita con la chica iba bien. Y conversando con ella, salió a cuento la propina, y me preguntó cuánto nos había dado de propina su amigo. Le dije la verdad. Una mirada de indignación apareció en sus ojos, pues resulta que ella es mesera.
“Se levantó, pagó las bebidas que el tipo le iba a comprar y apuntó al otro lado de la barra, a un tipo galán: ‘además quiero invitarle un trago a él’. Se sentó junto a él, a plena vista del tipo con el que había llegado, coqueteó con él una hora y se fueron juntos. La cara del gordito fue de lo más satisfactorio.
“El tipo galán volvió al bar unas semanas después, y le pregunté cómo le había ido. Dijo que al final estaba más loca que una cabra, pero no me importó. Esa noche, fue mi héroe”.
9. Los insistentes swingers
“Unos ‘swinger’ nos querían robar a mí y a mi novia. Como cantinero, siempre pregunto: ‘¿qué le vamos a servir?’. Y un día, un cliente, me dejó absorto cuando me respondió: ‘unas nalguitas’.
“Confundido, le pregunté ‘bueno no los conozco, ¿pero quién es entonces esta hermosa dama que está junto a usted? Él respondió: ‘es mi esposa’. Me reí, y le dije: ‘amigo, ¿por qué no te enfocas en ella?’ ‘De ninguna manera, viejo, somos swingers. Ella está buscando a alguien también’.
“Me dijo: ‘¿tienes novia?’ y le contesté: ‘sí’. ‘¿Puedo ver una foto de ella?’. ‘Claro que no’. ‘Vamos amigo, mira esto’, dijo mientras sacaba una foto de su esposa desnuda. ‘Vaya que suerte tiene’, le dije. ‘¿Quieres acostarte con ella y yo me acuesto con tu novia? ‘ ‘Largo de aquí’, le dije.
10. Una gran mujer
“Una vez, una mujer de casi dos metros de estatura empezó a acosar a un hombre de su estatura, pero menos corpulento. Le pedía que bailara con él y él se negaba. Mala idea.
“Esta chica lo sacó de su silla. Lo llevó a la pista de baile y lo obligó a bailar con ella. Me sentí mal por el pobre tipo, violado y forzado. Ella era muy agresiva. Fue incómodo ver cómo empezaba a ponerse más necia”.
11. La horrible verdad
“Una pareja entró al bar. Son amigos de toda una vida, pero por como interactúan, creo que se gustan. Empecé a presionar en ese tema para que iniciaran una relación.
“Claro que dijeron el típico ‘¡No!’, pero se miraron entre sí, como pensando: “tal vez”. Él se levantó al baño y la chica me platicó por qué no puede estar con él; y mientras me iba a decir, él se aproximó a su espalda, así que le hice una mirada para que entendiera que él estaba de regreso.
“Ella entendió mi gesto, volteó sobre su hombro derecho y dijo sin problemas: ‘ando con su esposa, están a punto de divorciarse; pero él no lo sabe’. En ese preciso momento él se sentó a su lado, la escuchó y dijo ‘¡hey! Luego lo procesó”.
12. Los “rednecks”
“Era estudiante y trabajaba en distintos turnos. Un sábado en un turno temprano en el bar, una familia de ‘rednecks’ ebrios entró. Una chica de edad universitaria y dos primos de su edad más o menos. Empecé a llevarme bien con ellos, y empezamos a platicar.
“La chica se obsesionó con que debería comer crema batida de sus pezones y tomarme un shot con ella. Era bastante atractica, pero decliné su oferta educadamente. Al tiempo se volvió muy insistente y empezó a decirme ‘gay’. Llegados a ese punto, sus primos empezaron a decir que si no fueran primos, ellos se apuntarían.
“Tuve la impresión de que si no estuvieran en público, le saltarían encima a la primera oportunidad. Como sea, no me iban a soltar. Hubo un punto en que me sentí frustrado, tomé la crema batida y me acerqué, ella se levantó la blusa y le puse casi toda la lata de crema. Cuando terminé no dije nada. Se cerró su blusa y se fueron. Fue muy incómodo. Todavía me siento mal por ello”.
13. Los guardianes del orden
“Los policías son los clientes más asiduos, pero que no dejan de ser peligrosos. Cuando entran, saben que tienen que dejar sus armas, borrachos o no, y cuando se van se las regreso.
“Una de esas noches, el comandante de la policía iba con su guardaespaldas. Este último sacó la pistola de su jefe, y luego de horas de estar tomando, el subalterno pidió su arma pero estaba tan borracho que al intentar cargarle un cartucho, se le disparó. La bala le rozó la cabeza al comandante. Se salvó de perder la cara por nada. Incluso la sangre en la frente era seña de lo cerca que estuvo.
“Dos clientes se aventaron al piso y otros se cayó de borracho, ni siquiera se dio cuenta, pero todo fue al mismo tiempo. Esa bala está incrustada ahí en el techo”.
14. El soldador borracho
“Tengo un cliente soldador. Él hizo el molde para las sillas que se usamos, pero cuando lo hizo estaba borracho. Por eso, todas las sillas están igual que él cuando lo hizo. Cada vez que un cliente se levanta, la silla se cae para atrás, hace mucho ruido y todos los borrachos aplauden”.
15. La pareja gay MMA
“Una pareja de gays comenzó a beber whisky como cualquier pareja. Pero luego de dos o tres horas de consumir, empezaron a pelear como dos peleadores profesionales, hasta la muerte; como si fueran peleadores MMA. Hablo de pelea nivel cinturón negro, había sangre por todos lados. Cuando trabajas en un bar no tienes tiempo de seguir las actividades de todo el emundo, pero con esta pareja me di cuenta de que algo no estaba bien cuando empezaron a levantar la voz.
“Uno de ellos empezó a gritar mientras el otro trataba de calmarlo, yo seguía trabajando, pensando que el personal de seguridad se encargaría de ellos. Enseguida, veo que la pareja se golpeaba en la cara por turnos, pero no como un juego de niñas, sino como dos irlandeses borrachos que trataran de ver quién aguantaba 20 puñetazos seguidos en la cara.
“En el proceso, bloquearon golpes y usaron sus rodillas. En algún punto ambos tuvieron suficiente, dejaron de pelear y se fueron del lugar cada quien por su lado”.