El mundo del entretenimiento tuvo una gran pausa (como en el resto del planeta) debido a la pandemia del coronavirus y solamente algunas producciones cinematográficas quisieron seguir adelante con las filmaciones.
Aunque las organizaciones de salud en todo el mundo insisten en que debemos tomar todas las medidas posibles para evitar los contagios y estar el mayor tiempo posible en casa, en Hollywood se adaptaron a la nueva normalidad y continuaron con filmaciones de grandes producciones. Una de ellas fue la séptima entrega de Misión: Imposible, protagonizada por Tom Cruise.
El actor estadounidense sabe que los contagios de Covid-19 están a la orden del día y que debe tomar todas las precauciones posibles para no ser infectado por el virus como otras estrellas, por ejemplo, Dwayne Johnson, Tom Hanks o Bryan Cranston.
Cruise seguramente aceptó volver a los sets de filmación siempre y cuando se siguieran las más estrictas medidas y protocolos de higiene. Sin embargo, descubrió que un par de miembros del staff de Misión: Imposible 7 estaban trabajando frente a una computadora, muy cerca uno del otro sin respetar la sana distancia.
En lugar de acudir con los supervisores para que les llamaran la atención, Tom estalló y regañó en persona a estos dos empleados de la producción. En medio de gritos y maldiciones, el actor les recordó que la película depende de todos y que el esfuerzo que están haciendo se puede arruinar por culpa de quienes no acatan las normas de higiene y seguridad.
Les gritó que todos están trabajando en una industria que da empleo a miles de personas, que él no va a aceptar ninguna clase de disculpas por su imprudente desobediencia de los protocolos y que si lo volvían a hacer serían despedidos.
Este fuerte regaño fue grabado en un audio que ya se hizo viral en las redes sociales e Internet y que a continuación les compartimos.
https://www.youtube.com/watch?v=QtueaK92rpw
No hubiéramos imaginado que el protagonista de esta saga de acción tuviera una reacción tan explosiva acerca de la falta de atención a los protocolos. Aunque claro, dejando las groserías y los gritos aparte, tiene toda la razón y estamos casi seguros de que los empleados regañados se llevaron un buen escarmiento.