Tomar una fotografía en movimiento es una tarea complicada, ahora imaginen hacerlo desde una avioneta. Tal vez no crean que es difícil, pero el ecologista brasileño Ernesto Galiotto opina lo contrario, ya que mientras intentaba hacer esta maniobra desde las alturas, su iPhone salió volando por la ventanilla de la nave y él se quedó con las manos vacías.
El accidente ocurrió cuando Ernesto y el piloto sobrevolaban una playa de Río de Janeiro, Brasil. Los paisajes lucían tan impresionantes desde donde estaba que el ecologista comenzó a grabar la playa sujetando su teléfono con una mano. Como era de esperarse, la fuerza del viento le arrebató el celular y este salió disparado por la ventanilla del avión. El móvil inició una caída libre de 300 metros y siguió grabando hasta apagarse.
Lo impresionante de todo esto es que Ernesto logró encontrarlo gracias a la geolocalización GPS y no solo eso, el teléfono estaba intacto, en perfectas condiciones, como si nada le hubiese pasado. A eso le llamo suerte.
El hombre acepta que se angustió en un principio, pues pensó que su aparato había caído al agua, pero este aterrizó pantalla hacia abajo en la arena y siguió grabando el cielo hasta que la batería se agotó.
Al aterrizar, Ernesto se dio a la tarea de encontrar el móvil, con la esperanza de que no hubiese caído en el mar. Su iPhone estaba a unos 200 metros del agua, con la pantalla intacta y cerca de los bañistas. Su preocupación no era que lo robaran, sino que pudo haber caído sobre la cabeza de alguien.
“Creo que el sol lo ha recargado porque cuando llegamos a recuperarlo al día siguiente, todavía tenía un 16% de carga”, dijo Ernesto a un medio local. También comentó que funciona como lo hace normalmente, algo increíble tomando en cuenta que cayó desde 300 metros de altura.
Y bueno, esta graciosa historia nos deja dos enseñanzas: apreciar a nuestros teléfonos celulares y que los iPhone no son tan malos como algunos dicen.