Aunque el paracaidismo es un deporte aeronáutico reconocido por el Comité Olímpico Internacional, este no es convencional. La actividad se divide en dos secciones: la caída libre y el vuelo controlado con paracaídas o como diría Buzz, caer con estilo. Sin embargo, parte del encanto de este deporte radica en el gran peligro involucrado, ya que un error puede costar la vida o la integridad física del practicante, justo como le pasó a Ben Pigeon, un paracaidista asiduo que fue salvado por uno de sus tres compañeros de salto.
Ben perdió el conocimiento en plena caída por un golpe en la cabeza y su amigo, Andy Locke, logró alcanzarlo y activar su paracaídas a poco más de un kilómetro y medio de la tierra, lo que le salvó la vida.
El accidente
Ningún fémur hubiera golpeado mi cabeza a más de 321 km/h si hubiéramos usado la regla de ‘la sana distancia’ (1.80 metros) durante el salto, pero, bueno, también es cierto que de seguir esa misma regla, a mi compañero paracaidista no se le habría permitido activar mi paracaídas cuando quedé inconsciente a 3 km de altura
– Ben Pigeon
Ben Pigeon se encontraba realizando maniobras aéreas durante un ejercicio de paracaidismo junto a tres colegas suyos cuando uno de sus compañeros lo dejó noqueado accidentalmente. El instructor a cargo, Andy Locke, se percató de que Ben no se movía y se apresuró a alcanzarlo en pleno vuelo para activar su paracaídas. Afortunadamente, Andy logró alcanzarlo y jalar el anillo de liberación de su reserva a unos 1500 metros del suelo, lo que, por lo menos, le da una mejor oportunidad de sobrevivir a Ben.
Ben Pigeon
El milagro, dentro de todo esto, es que fui capaz de encontrar mi punto de aterrizaje. Para quienes no saben de paracaidismo: encontrar la zona de descenso puede ser difícil, especialmente en la región donde nos encontrábamos, porque hasta donde alcanza la vista es tierra de cultivo y se ve todo igual. Necesitas identificar los caminos para ubicarte. No tengo idea de cómo encontré la zona de aterrizaje, estaba tan conmocionado que perdí tres días de memoria y aun así, fue un ‘aterrizaje de estudiante’ perfecto (estuve muy orgulloso de ello), pero no tuve la fuerza suficiente para soportarme al tocar tierra, por lo cual el aterrizaje dolió también.
Pude haber caído en cableado eléctrico o en la carretera, afortunadamente no fue así, pero estaba tan confundido que la primera vez que me preguntaron si estaba bien contesté ‘¿A qué se refieren?, acabo de salir de mi carpa’, y luego señale mi paracaídas (que estaba detrás de mí, completamente desparramado en el suelo). No digo que Jesús ‘movió palancas’ ese día para salvarme, pero creo que alguien me estaba cuidando.
– Ben Pigeon
Andy Locke
Estaba de visita en Skydive Dallas para tareas de organización. (Ese fin de semana) estábamos participando en un campamento y el día del accidente llevábamos ya nueve saltos realizados, durante los cuales no habíamos tenido el más mínimo problema. En retrospectiva, ahí debimos haberlo dejado, era un verano tejano muy cálido y yo, que soy un paracaidista a tiempo completo acostumbrado a saltar todo el día, estaba agotado, por lo cual es bastante probable que los demás estuviesen igualmente cansados. Como se puede ver en el video, hay cierta confusión entre los saltadores desde el inicio, a pesar de que lo habíamos repasado hasta el cansancio. El que terminó noqueado (Ben) olvidó ajustar su casco y me avergüenza decir que ni yo ni nadie más se percató en el momento.
Uno de los participantes, que no estaba controlando bien su caída (iba demasiado rápido), tenía fija su atención en mí, sin ponerle atención a los demás. Cuando se dio cuenta de que tenía que frenar su caída, al tratar de ajustar su velocidad golpeó (a Ben), dejándolo inconsciente. Yo solo podía pensar ‘alcánzalo’. Logré llegar a su lado, detener su giro, pero no pude ponerlo boca abajo (aparentemente es más fácil si están despiertos). A unos 1524 m liberé su paracaídas de reserva (el de reserva está diseñado para realizar un aterrizaje ‘más dócil’, comparado con el principal), luego me apresuré a llegar al suelo para notificar de la situación y que alguien llamara a emergencias, al 911.
-Andy Locke
Aprendizaje
Ben recuperó la consciencia luego de que yo activara su reserva y logró aterrizar (como un saco de papas) en la zona de aterrizaje principal. Los otros aterrizaron a salvo, también. Lo bueno es que todos pudimos salir de la situación caminando. Unos con el ego herido, otros con la cara herida. Comparto esto porque siempre se puede minimizar el riesgo, pero nunca eliminarlo. Esto pudo ocurrirle a cualquiera y ha cambiado el modo en que veo el paracaidismo y creo que ha sido para mejor.
¿Qué se aprendió ese día? Hay que hacer más preguntas, asegurarse de que todos están listos para el salto preparado. El tipo que golpeó la cabeza de Ben era un instructor de túnel que tuvo un desempeño excelente todo el día, durante los nueve saltos anteriores, sin problemas. En el décimo salto asumí que podía hacerlo bien, pero me equivoqué. En el túnel desarrollas tus habilidades, pero no es igual que saltar del avión. Hay que preparar cada salto y a cada paracaidista antes de saltar.
– Andy Locke