Por muchos años, alcanzar la luna fue un sueño considerado imposible. Desde las ingeniosas ideas de Julio Verne, vertidas en su relato De la Tierra a la Luna, hasta la caprichosa Le Voyage dans la Lune, de Georges Méliès, nuestro satélite más amado ha capturado la imaginación de literatos, poetas, científicos, visionarios, etc. Por ello la llegada del hombre a la luna se convirtió en un acontecimiento histórico sin precedentes debido, en parte, a que fue televisado mundialmente.
Sin embargo, la gente a veces olvida que la misión del Apollo 11 no fue la única del programa aeroespacial estadounidense y ni siquiera fue la más entretenida a pesar de ser la más vista, con 650 millones de espectadores. En agosto de 1971, la misión Apollo 15, la novena tripulada del programa Apollo y la cuarta en llegar a la luna, tuvo su oportunidad de brillar. En esta primera misión tipo J (con fines científicos), el capitán David Randolph Scott decidió rendir homenaje al precursor de la astronomía y de la ciencia modernas, Galileo Galilei, realizando el experimento que este trató de validar en la torre de Pisa, Italia.
Como un influencer, dándole las gracias a Galileo
La misión del Apollo 15, comandada por David R. Scott, quien fue acompañado por los pilotos Alfred Worden y James B. Irwun, fue el equivalente setentero de un show de hacks. En un momento de teatralidad, justo antes de abordar el módulo lunar para regresar a la Tierra, el comandante de la misión se dio el lujo de homenajear a Galileo Galilei, realizando un experimento que el padre de la astronomía moderna nunca pudo realizar por sí mismo.
Según la teoría de Galileo, la caída de los cuerpos o su tasa de aceleración durante la caída es independiente de su masa. Para probar su punto, la leyenda dice que el sabio dejó caer dos balas de cañón de la torre de Pisa. Con un estilo, que no tiene nada que pedirle a los youtubers o tiktokers modernos, Scott presentó una pluma de halcón en su mano izquierda y un martillo para muestras geológicas en la derecha, dejándolos caer de la misma altura (unos 1.60 m) y demostrando que su aceleración era la misma a pesar de la dramática diferencia de masa entre los dos objetos, 0.03 kg de la pluma y 1.32 kg del martillo, alunizando ambos al mismo tiempo. Así quedo probado, unos 329 años después del deceso del italiano, que el sabio había tenido toda la razón. Está usted servido, don Galileo.
La misión Apollo 15, exploradores científicos
La primera de tres misiones de exploración científica de la luna, Apollo 15 tenía sobre su cuello la sombra del recorte presupuestal. En realidad, al principio, muchos de los astronautas que tenían trasfondos militares no estaban muy entusiasmados con la investigación científica durante las misiones lunares y, por lo tanto, las propuestas de investigación científica eran recibidas con tedio y falta de interés por parte de la dirección y de las tripulaciones, que tenían en mente otras prioridades, como “estar a la vanguardia en tecnología” y “ganarle a otras potencias” (Unión Soviética) en cuanto a establecimiento de intereses nacionales en el espacio.
Las misiones siguieron empapadas de política e ínfulas de supremacía hasta que el geólogo y astronauta Harrison Schmitt urdió un plan para empapar de amor a la ciencia a los altos mandos y a sus colegas del programa espacial, presentándoles a Leon (Lee) Silver, de la Universidad de California, quien terminó convirtiéndose en el instructor científico de las tripulaciones de los Apollo 13, 15, 16 y 17. Las misiones de investigación científica, o misiones J, incluido el experimento galiléico, no habrían sido lo mismo o probablemente habrían corrido riesgo de no ocurrir de no ser por la intervención de Schmitt y Silver.
David Randolph Scott, uno de los primeros influencers
Scott, forjado por la educación militar, fue influenciado desde muy joven debido a que su padre, un piloto de combate llamado Tom William Scott, quería que el chico tuviera una firme disciplina. Orgulloso del legado paterno, el autronauta era un entusiasta del modelismo de aviación y terminó estudiando ingeniería y ciencias. Con licenciatura en Ciencias, Scott estaba familiarizado con los principios de investigación y contaba con la curiosidad necesaria para llevar a cabo las misiones J. En cierto modo, su estilo desenfadado, la gran difusión de su actividad y su deseo por comunicarse con el público y llamar su atención podría darle el rango de influencer de su tiempo.
Con una estancia lunar de duración sin precedentes y hasta su propio vehículo lunar, la misión duró desde el 30 de julio de 1971, cuando alunizaron, hasta el 2 de agosto, cuando dieron su última caminata lunar. A su regreso al módulo lunar, para volver a casa, Scott aprovechó su última oportunidad de “jugar” en la luna, tomando la pluma de halcón y el martillo geológico como sus objetos de estudio. Poco después, partieron de vuelta a casa.