Ver una mosca en casa no es lo mejor que te puede pasar en el día, pues son molestas y seguramente te harán pasar un mal rato, arruinarán tu comida y hasta te quiten el apetito. Encontrarse con una de estas es un rato seguro de manotazos al aire esperando espantarla o, en una de esas, dejarla aplastada con el matamoscas.
Para la mayoría, una mosca no es una gran noticia, pero para los científicos sí, pues hace tan solo unos años encontraron una especie que creían extinta desde hace más de 150 años. Lo peculiar de este insecto es que se alimenta y reproduce en cadáveres de animales, especialmente en los huesos, por lo que se le conoce como la mosca quebrantahuesos.
Su nombre científico es Thyreophora cynophila, es especialmente llamativa por su coloración azul oscuro en el tórax y abdomen y una cabeza anaranjada. Sin embargo, estos animales no representan un gran peligro para los humanos. Son pocas las veces en las que se está en contacto con ellas. Solo se conocía su existencia en Alemania, donde fue descubierta por el botánico y entomólogo Georg Wolfgang Franz Panzer (1794) y en Austria y Francia, donde se le localizó por última vez en 1836. Para 2007 fue considerada globalmente extinta.
Sin embargo, el 18 de diciembre de 2009 fue localizada por dos grupos independientes en La Rioja y en Madrid, España, y, desde entonces, sus hallazgos han sido recurrentes en varias regiones de ese país y Francia. Por un lado, el naturalista aficionado Jesús Fernández localizó a la T. cynophila en la comarca leonesa de Omaña, mientras que las celadoras medioambientales de la Reserva de Riaño de la Junta de Castilla y León, Judit Blasco y Susana Bayón, dieron con la mosca en sus exploraciones.
El documento fue publicado en el Boletín de la Sociedad Entomológica Aragonesa firmado por Miguel Carles-Tolrá, uno de los mejores dipterólogos de España, y Pablo C. Rodríguez, quienes capturaron a 90 especímenes para su investigación después de que las fotografías Julio Verdú pusiera al insecto sobre la mira. La siguiente fotografía es la primera en capturar a la Thyreophora cynophila en la historia.
¿Por qué estaba “desaparecida”?
Esta mosca es difícil de encontrar, pues los adultos solo son visibles en los inviernos. Además, no muchos científicos se preocupan por las moscas. Por otro lado, la especie se alimenta de cadáveres en fase de putrefacción, se alojan entre las vísceras y cavidades como orejas, nariz y boca. No es un lugar que los exploradores y entomólogos frecuenten por gusto.
Sin embargo, tras los nuevos avistamientos, se puede conocer más de la especie y cada vez está más lejos de las listas de peligro de extinción. Por ejemplo, la literatura sobre la T. cynophila suponía que las larvas se desarrollaban en el tuétano de los huesos de diversos mamíferos, ya que era el lugar donde comúnmente se les había visto. Pero ahora se ha observado su maduración sobre cadáveres de buitres. Esto ya da un vuelco a lo que se conocía, pues las aves no tienen tuétano, por lo que las larvas se alimentan de otras partes del cadáver.
Nuevos avistamientos
Desde 2018, el entomólogo francés Laurent Pelozuelo, de la Universidad Paul Sabatier de Toulouse, se ha movilizado a investigar a la mosca del lado francés de la cordillera de los Pirineos, dentro del Parque Nacional de los Pirineos, donde ha obtenido datos de la T. cynophila, así como la extensión territorial de la especie. Las investigaciones comenzaron cuando, en febrero de 2022, durante una vigilancia sanitaria en el valle de Ossau, un guardabosques observó moscas en los restos de un jabalí a una altitud de 1700 metros a nivel del mar.