Quien tiene deseos de ayudar a otros siempre encuentra la manera de hacer llegar su apoyo, y Kipi se ha convertido en el mejor medio para hacer llegar el aprendizaje hasta quienes se encuentran muy lejos de las escuelas.
Ahora que la pandemia de coronavirus nos ha obligado a realizar muchas labores de manera virtual, una de las mayores preocupaciones de todos es la educación de nuestros niños. Aunque muchos tienen las herramientas adecuadas para recibir clases en línea, la triste realidad es que muchos más no cuentan con una computadora, internet o siquiera luz eléctrica en sus hogares.
Pensando en sus alumnos de bajos recursos económicos y que viven en poblados muy lejanos, el maestro peruano Walter Velázquez, del Colegio “Santiago Antúnez de Mayolo”, tuvo la idea de fabricar una especie de profesor sustituto robotizado que pudiera estar con sus estudiantes en zonas marginadas de Los Andes. Así nació Kipi.
En lengua quechua Kipi significa “cargar”, y este androide fue nombrado de esta manera ya que su batería es solar. Su cuerpo es una galonera, su rostro son dos linternas y una bocina, sus pies son llantas recicladas, y su cerebro es una tarjeta de computadora con USB y conexión wifi.
Kipi es un robot ecológico creado a partir de chatarra y es controlado a través del celular de Walter. Está programado con un software especial que permite enseñar palabras en distintos idiomas, y cada vez tiene mayor autonomía.
Gracias a su tecnología algo rudimentaria pero eficaz, este “profe robot” puede comunicarse con sus alumnos y enseñarles contenidos académicos y hasta artísticos, pues les recita poemas y también canta.
Ahora los estudiantes de Los Andes tienen un nuevo maestro, totalmente ecológico y recargable, que les ayuda a no perder sus clases mientras están lejos de la escuela. Aquí les dejamos un video que muestra a Kipi en acción.