Perder el cabello, o quedarse “pelón”, es un asunto desagradable, y quienes lo sufrimos preferimos el término “discapacidad capilar”, o tal vez, “melenudos con grandes áreas de oportunidad”. La cuestión es que un día, tarde o temprano, tu cabello decidirá traicionarte y emprenderá la retirada. Estas son 14 cosas por las que pasamos y pasaremos.
1. Negación
Recuerda el día en que pasaste frente al espejo, y repentinamente algo se vio distinto. ¿Alarma? No, sólo parece que el cabello ya no es igual, tal vez sea un efecto óptico, tal vez eligió peinarse solo. Si eres joven: es muy pronto para perder el pelo, no es algo que esté sucediento.
2. Incredulidad
La negación es rehusarse a reconocer los hechos; la incredulidad es la reticencia a enfrentar los hechos y aceptarlos. Sabes qué es lo que sucede, la evidencia es contundente, te aparece en la almohada a diario, en la regadera, en las gorras, en donde sea que pongas tu cabeza, pero no la aceptas. Nadie te dice nada (o casi nadie), pero sabes qué es lo que te espera aunque te rehuses a aceptarlo.
3. Empiezas a notar montones de calvos en la calle
Cuando estás en contacto con otras personas, en el autobús, en la calle, es literalmente imposible no detectar cabezas brillantes. Es una extraña fascinación masoquista por encontrar a otros calvos que parecen terribles bolas de cristal y te dan una predicción de tu futuro ineludible. Finalmente, terminas calificando las distintas calvicies en escalas del 1 al 10 y comparándote con ellos.
4. Miedo
Realmente está sucediendo. Pronto, aunque no puedas decir qué tanto, serás un hombre calvo. Aún no te quema el sol, pero el futuro se acerca y te trae una foto donde el resplandor de tu cabeza es lo único que se ve con el reflejo del flash.
5. Depresión
No quieres, te rehusas a ser un calvo. Quieres cabello grueso. Cabello que pueda ser modelado y cortado a discreción. Pero tu sino es fatal. Te preguntas por qué tú. Pero lo sabes cuando ves a tu padre, abuelo y tío.
6. Pérdida de confianza
La sexualización de la punta de nuestras cabezas es incómoda, pero no hay duda de que el cabello es parte fundamental de la atracción. Enmarca las caras, dice que eres joven.. y pues es pelo. La gente tiene pelo, le agrada el pelo. No quieres ser distinto, quieres ser atractivo, pero es difícil sin pelo.
7. Intentas revertirlo
Aunque la genética te ha puesto en tu lugar, no caerás sin pelear. Empiezas a barrer el Internet, a revisar foros, a comprar medicinas especiales, champús caros, a leer todo lo que tenga la palabra cabello. Piensas que es posible revertir el proceso. Incluso piensas en adquirir un ‘piecito’ para trasplantarte alguna mata exitosa, como si se tratara de los geranios de tu abuela. Pero cuando llegues a considerar un tupé, detente.
8. Peinados a lo Trump
Podrías pensar que el cabello que crece en algunas partes puede ser solidario y compartir algo de su sombra con las partes desprotegidas, así que piensas en un estilo de peinado que pueda cubrir lo descubierto. Tú sabes que te quedas calvo, pero los demás no necesitan saberlo. Cuando te acerques al estilo de peinado de Donald Trump, detente.
9. Experimentar con sombreros
La etapa del sombrerito es inevitable, en parte porque cubre del frío, y en parte porque quieres esconder tus penas, tu vergüenza. Nadie sabe lo que se esconde bajo ese sombrero.
10. Barba
Bueno, si no tienes pelo en la cabeza (en la parte alta), tal vez hay algún efecto óptico que compense eso con mucho vello en la cara.
11. Empieza a pensar en el Skullet
En algún punto empiezas a pensar en dos opciones. Perder tu cabello graciosamente, escondiendo tu pelona; o por el contrario, perderlo con estilo, acentuándola.
12. Aceptar el destino
No puedes aferrarte a lo que no es tuyo, recuerda el dicho: ‘déjalo ir, si vuelve es tuyo, si no, nunca lo fue’. Has perdido casi todo lo que podías perder, y te acostumbras, tu bronceado natural hace resaltar muy bien el color del poco pelo que te queda, así que lo empiezas a aceptar. Un peso se quita de tus hombros y parece que era un falso problema.
13. Recupera la confianza
Ahora que has llegado al fin del mundo y encuentras que todavía hay vida, parece que la vida de un hombre calvo no es tan dura como creíste, excepto por el frío y las quemaduras de tercer grado. Nadie te grita en la calle ni se burla de ti. Tus prospectos no parecen impresionadas con que les muestres más piel de la que quisieran.
14. Empiezas a vivir una vida plena
La vida como hombre sin cabello es buena. No te preocupas por estar despeinado, por comprar productos para el cabello, eres de secado rápido y no tardas mucho en la peluquería. Además, tu aerodinámica mejora bastante.