No hay nada como beberse una cerveza fría, pues sientes que te vuelve el alma al cuerpo. Por eso, varios profesores de yoga, quienes a su vez inventaron el “BierYoga” o “yoga-cervecero”, combinan la bebida espirituosa con la espiritualidad del yoga.
“La cerveza y el yoga son terapias centenarias para el cuerpo, la mente y el alma”, dicen los profesores de “BierYoga”, en Berlín, Sydney y Melbourne. La disciplina llegó a costas australianas donde es practicada casi religiosamente.
Empezó en Alemania, con el matrimonio de dos grandes amores: cerveza y yoga. El sitio de Internet dedicado a esta disciplina explica que “ambas son terapias centenarias para el cuerpo y la mente”.
“BierYoga es divertida pero no es un chiste”, dice la co-fundadora Jhula. “Tomamos las filosofías del yoga con el placer de beber una cerveza para alcanzar un nivel más alto de conciencia”.
Pero Jhula no fue la primera en pensar en esta unión. La instructora dijo que la primera vez que vio esto, fue en los Estados Unidos, en el festival cultural “Burning Man”. Pero de donde sea que venga, a donde va llega para quedarse.
Sus clases son en una antigua fábrica de cerveza en el centro de Berlín. Ahí la música es importante, y la diversión.
“Ahora cierren los ojos y tomen su botella. Sientan la etiqueta, lo fresca que está la cerveza, sean conscientes de su olor… y tomen un sorbo. El primer sorbo del fin de semana siempre es el mejor. Sientan el burbujeo en el paladar”.
Así da inicio la sesión llena de risas, en la que se tienen que hacer posiciones de yoga y escuchar los chistes de Jhula y beber y beber. En algún momento, todos los presentes terminan riendo.
Para practicar la “BierYoga” no se necesita experiencia. Solo “mente abierta y amor por la cerveza”. Cada sesión dura una hora, cuesta alrededor de 10 dólares e incluye dos cervezas. El que la derrama pierde.
Todo bien mientras no terminemos como este maestro yogi: