A medida que una sociedad se desarrolla, vemos cómo se empieza a manifestar una “mente abierta” a nuevas experiencias y formas de relacionarse con la vida. ¿Has escuchado hablar del poliamor? Mucho se ha hablado de ello en los últimos años, como una alternativa a las “relaciones tradicionales”, pero detrás de ello existen muchos tabús de los que hablaremos. ¿Podrías tener una relación con más de una persona a la vez?
Empezamos hablando de la poligamia, que es tener más de una pareja sexual. Aunque pensemos que esto es algo novedoso, descubierto por los millenials, realmente no lo es y es tan viejo como las sociedades mismas. El humano como animal social, busca una relación para procrear y sobrevivir, por lo que es normal que, en las primeras sociedades humanas, hubiera varias relaciones con distintas parejas. Aquí no existían términos como familia o matrimonio.
En un estudio realizado por Manuel Lucas Matheu, presidente de la Sociedad Española de Intervención en Sexología, en donde se analizaron 66 culturas diferentes, se llegó a la conclusión “las sociedades más pacíficas son aquellas en las que la moral sexual es más flexible”.
De la misma manera el Atlas Etnográfico de Murdock, analizó 800 sociedad y el 80 por ciento de ellas no son monógamas; son poligínicas (el varón tiene varias parejas sexuales) o son poliándricas (es la mujer la que tiene distintos compañeros sexuales).
Matheus también afirma que “La monogamia no es un rasgo del ser humano. Somos monógamos porque somos pobres”. Dentro de lo que explica, menciona los costosos que implica la poligamia: “Los ricos no son monógamos, muchos son monógamos secuenciales”, o sea que, tienen muchas parejas en su vida, pero una a la vez. Atribuye que las separaciones y divorcios son costosos por lo que, “los que no somos ricos” no podrían cambiar de pareja de forma constante; aunque sólo resalta las relaciones dentro de la institución del matrimonio.
A diferencia de esto, vemos que muchas personas optan por tener relaciones abiertas o estructuras polígamas, independientemente del ingreso económico que tengan. Con ello rompen la “convencionalidad” del matrimonio, una relación aspiración de pareja (generalmente heterosexual) en donde se jura fidelidad y amor eterno, no solo a manera de promesa el uno a otro, sino interviniendo con instituciones que reconozcan legalmente la unión y, en muchas ocasiones, prometiéndolo ante sus creencias religiosas.
El amor eterno y la fidelidad es lo que las historias nos prometen, pero siempre reflejando una unión exclusiva en pareja. Si alguien un miembro de la relación tiene otro tipo de interacción sexual o emocional con otra personas, se considera infidelidad, ¿pero infidelidad a qué?: a los acuerdos que se generen en la relación. Algo a lo que también llamamos límites.
Samantha Joel, profesora asistente de psicología social en la Western University de Londres, Canadá, dice que las parejas con relaciones no monógamas consensuadas (CNM), tienen una comunicación más abierta, “es difícil ser CNM si no se habla de límites”, mientras que, las parejas monógamas estas discusiones sobre los límites no ocurren a menudo.
La parte fundamental de todo tipo de relaciones desde la monogamia “tradicional”, el poliamor, hasta el intercambio de parejas y otras formas de relación abierta, es la definición de acuerdos. Hasta dónde pueden llegar, cuándo y cómo. La infidelidad no está en relacionarse con alguien más, sino en romper los acuerdos establecidos en la relación.
¿Deberíamos darle una mejor vista a las relaciones CNM? ¿Qué es lo que quieren las personas? En una encuesta realizada por el psicólogo Justin Lehmiller, sobre fantasías sexuales a cuatro mil estadounidenses para su libro Tell Me What You Want (Dime lo que quieres), la mayoría de las personas revelaron que su mayor fantasía es hacer un trío, por amplio margen.
¿Qué es un trío sino no monogamia consensuada? “De todas las personas que tienen una relación, alrededor del cinco por ciento se definiría como CNM, afirmó Amy Muise, profesora asistente de psicología en la Universidad de York en Toronto, Canadá. De la misma manera dijo que el “21 por ciento de las parejas no han sido monógamas en algún momento”. Las cifras están sobre la mesa. Es un buen momento para reconsiderar a las “relaciones tradicionales”.