Para algunas personas, el trabajo se vuelve el centro de su vida y una actividad tan absorbente que termina por restringirlos de tener interacción con amigos, familia e, incluso, formar una relación sentimental. Esto es común en países como Japón, donde los trabajadores se sumergen tanto en sus labores que acaban con estrés, depresión y, en algunos casos, en la muerte. Un abrazo y tiempo de calidad puede que les venga bien, por eso en el país del sol naciente han surgido los cafés o clubes de abrazos.
En 2012 se popularizaron los lugares en donde se puede rentar una habitación y pagar a un extraño o extraña para que duerma contigo. No estoy hablando de pagar por la caricia, sino una experiencia de sueño y compañía ideada para las personas que trabajan muchas horas y solo quieren cerrar lo ojos y recostarse junto a alguien más.
Soineya, una tienda especializada en el servicio de compañía, abrió sus puertas en septiembre de 2012 en el distrito de Akihabara, en Tokio, un lugar que se distingue por ser el centro tecnológico de la capital nipona, así como un punto de reunión para los llamados otakus (término que se ha empleado en Occidente para las personas que tienen un gusto extraordinario hacia la animación japonesa).
Según su gerente de apellido Koda, esta tienda especializada en abrazos tiene como socias a mujeres de entre 17 y 25 años, quienes dan compañía a sus clientes tomando la siesta o un largo sueño reparador a cambio de una buena paga. De acuerdo a lo recopilado por Sora News 24, los periodos que los clientes pueden compartir con las trabajadoras son de mínimo 20 minutos, pero podrían extenderse a un máximo de 10 horas.
El precio de acceso a este “club de abrazos” es de tres mil yenes, poco más de 26 dólares, y si quieres tomar una siesta de 20 minutos con una de las chicas, entonces debes desembolsar tres mil yenes extra. Sin embargo, si lo que buscas es pasar un máximo de 10 horas ahí, la tarifa se ajusta a 50 000 yenes, un aproximado de 439 dólares. Cabe resaltar que este es solo el servicio básico para compartir la cama, ya que el contacto físico se cobra por aparte.
Las socias no trabajan haciendo el delicioso, pero si lo que buscas es dormir en los brazos o el regazo de la chica, ella cobrará mil yenes, poco menos de nueve dólares, por cada tres minutos. Además, si lo que quieres es que ella se recueste en ti, el costo se duplica. Lo mismo pasa con los masajes, pues al recibir uno, cada tres minutos tendrás que pagar mil yenes, aunque serán dos mil si tú quieres dar el masaje.
Lo más extraño dentro del menú de servicios es la bofetada en la cara, que cuesta mil yenes. Cuando abc News entrevistó a Koda y le preguntó sobre las bofetadas, el gerente se encogió de hombros y dijo que algunos clientes simplemente disfrutaban abofetear a mujeres.
Japón es un país muy conservador, pero esto no lo limita a tener los lugares más atrevidos que rompen tabúes, como el Love Joule, un negocio en Shibuya, conocido por ser el primer bar en Japón dedicado a la autocomplacencia femenina. En las repisas detrás de su barra, en lugar de botellas, las mujeres podrán escoger entre una amplia gama de atrevidos juguetes. El acceso es exclusivo para mujeres y hombres que las acompañan. Así que si eres un varón, no podrás entrar solo en este bar.
La popularidad de estos bares y cafés de abrazos ha aumentado. Por ello los servicios de muchos de estos ya no solo se limitan a mujeres que acceden a dormir, sino que hombres también se suman a ser los socios de varios establecimientos. En cuanto a los consumidores, no solo son solteros, también van hombres y mujeres con pareja, quienes pagan las grandes cuotas para tomar una siesta con el hombre o mujer de su elección.
Tal vez un abrazo no sea suficiente para algunos, pero al menos en estos establecimientos, los clientes no faltan y a los pocos meses de su apertura ya registraban un promedio de 20 personas diarias. Son tantas las personas que asisten a estos cafés que con el paso del tiempo, han abierto más sucursales. Sin duda, una gran oferta para dejar las almohadas impresas con tu waifu favorita de lado y sentir el calor de una persona.