Muchos niños alrededor del mundo repiten la misma historia. Al ser prisioneros de la pobreza y la marginación, se pierden, nunca aparecen y con el tiempo son olvidados por la sociedad. Pero dentro de todo, hay pequeños momentos que nos regresan la esperanza de volver a ver a aquellos que en alguna ocasión se fueron. Un ejemplo de ello es Saroo Brierley, quien se extravió a los cinco años, fue adoptado por una familia australiana y 25 años después se reencontró con su madre biológica.
Saroo nació en 1891 en el barrio de Ganesh Talai, de Khandwa, Madhya Parashe, en la India. Su familia era muy pobre y la situación económica no mejoró cuando su padre abandonó a la familia para irse con otra mujer. Desde entonces, Kamla, su madre, intentó sacar a sus cuatro hijos adelante haciendo trabajos como obrera de la construcción, pero el dinero no era suficiente para alimentarse todos los días. Por ello los niños también tenían que trabajar para aportar un poco al hogar.
Gaddu, el hermano mayor, con apenas 10 años, trabajaba barriendo los vagones del tren. Un día, cuando Saroo tenía cinco años, acompañó a su hermano a la estación de Burhanpur. Mientras Gaddu hacía sus labores, Saroo lo esperaba en un banco en el andén. La monotonía aburrió al pequeño, así que se durmió. Cuando despertó no encontró a su hermano, por lo que entró al tren que estaba en la estación para buscarlo, pero no había rastro de él. Sin embargo, volvió a dormirse pensando en que este volvería por él.
Pensé que mi hermano volvería por mí pero cuando me desperté no lo vi por ningún sitio. Entonces vi un tren frente a mí y decidí subirme, esperando encontrar en él a mi hermano.
—Saroo Brierley
Cuando despertó se encontraba en un lugar desconocido a más de 1500 kilómetros de su casa. Saroo no sabía leer, ni siquiera conocía el nombre de la ciudad de donde venía, por lo que fue imposible regresar a su hogar. Sobrevivió como pudo, comiendo cacahuates y restos de mazorcas que había cerca de la estación.
No era una vida muy distinta a la que ya conocía, y pese al miedo y la tristeza, me las apañaba para salir adelante; supongo que mi organismo estaba acostumbrado.
Saroo llegó a Calcuta, una ciudad india en el estado de Bengala Occidental. Según cuenta, en una ocasión, cuando pasaba por las orillas del río Hugli, se topó con dos cadáveres; uno estaba degollado y al otro le habían rebanado las orejas. ¿Se imaginan el impacto para un niño de cinco años lejos de su familia? Por su parte, la familia de Saroo no perdió las esperanzas y comenzó a buscarlo con ayuda de la policía.
Sin embargo, la historia no acaba ahí, pues Gaddu también estaba desaparecido. Después de tres semanas de búsqueda, las autoridades consideraron a Saroo oficialmente un niño perdido. Por desgracia, Gaddu no corrió con la misma suerte, pues poco tiempo después, encontraron su cuerpo partido en dos en la vías del tren. Nunca pudieron esclarecer si se trató de un accidente o fue algo intencional.
Tras muchas vueltas, Saroo terminó en un orfanato y fue adoptado por Sue y John Brierley, una familia de Tasmania. Creció feliz, pero siempre extrañó a su familia biológica. Desconocía el nombre de su ciudad de origen, pero conservaba algunos recuerdos de cómo era su pueblo de la infancia. En 2007, con ayuda de nuevos amigos que conocían bien la India, su novia Lisa y sus padres, consiguió localizar la estación en donde se perdió en su infancia.
Solo tenía en mente que comenzaba con una “B”, así que utilizó las matemáticas para acotar las posibilidades y obtener una respuesta. El tren que lo llevó a Calcuta tardó unas 14 horas, así que bastaba con calcular la velocidad promedio de los trenes para tener un radio justo.
Tras cinco años navegando con Google Earth, encontré Ganesh Talai, la zona donde yo vivía de niño.
A los 30 años viajó a su ciudad natal, donde con pocas referencias pudo dirigirse a quien le dio una respuesta de su hogar y de su madre. Solo conservaba el recuerdo y unas viejas fotos. Por fortuna, lo supieron guiar bien y llegó con una mujer entrada en años. Saroo no había tomado en cuenta el paso del tiempo, pero al ver a esa mujer, supo que era su madre y ella, que había recuperado a su hijo.
Mi depresión y todas mis preocupaciones se esfumaron cuando vi a mis dos madres que me habían dado no solo una vida, sino dos, abrazarse con lágrimas en los ojos.
Saroo plasmó esta asombrosa historia en un libro llamado Un largo camino a casa, que tiempo después fue adaptado y llevado a la pantalla en 2017. Esta película fue dirigida por Garth Davis y protagonizada por Dev Patel y Nicole Kidman. Ese mismo año, el filme destacó con ocho nominaciones a los premios Óscar, incluida la de Mejor película.