Llegó el 14 de febrero, fecha en la que los chocolates, flores y osos gigantes lucen en el escaparate de las tiendas. Hay quien se previene y prepara el camino de pétalos hacia la habitación para vivir el momento, mientras que otros están con el corazón roto y una cartulina de “quieres ser mi novia” en la mano. Pero más que de los soldados caídos, hoy te hablaremos del origen de esta festividad.
Puede que los corazones y los cupidos volando sean una perfecta referencia para San Valentín, un día en el que se celebra a los enamorados. Sin embargo, esta fecha lleva el nombre de San Valentín de Roma, el mártir de la Iglesia católica, que hace referencia a tres Valentines diferentes pero no muy distantes en su destino.
Durante la época romana, los emperadores tomaban el rumbo de uno de los imperios más extendidos del mundo. Marco Aurelio Valerio Claudio o Claudio II fue un reconocido soldado que hizo carrera castrense durante el reinado de Galeano. Era tan importante para el imperio que después de la muerte de Galeano, fue nombrado emperador y gobernó del año 268 al 270 de la era común.
Sin embargo, Claudio II tenía un peculiar pasatiempo: decapitar a hombres llamados Valentín. En realidad “no fueron tantos”, solo tres, pero “mata a un perro y te dirán mataperros” (de eso hablamos más tarde). Algunos de estos Valentines pueden ser los causantes de la celebración que tenemos actualmente.
El primer Valentín fue un sacerdote cristiano que se puso en contra de Claudio II por impedir que los soldados se casaran, aunque no entre ellos, cabe aclarar. El emperador pensaba que los soldados solteros eran mejores para las tropas. Claro, con constantes enfrentamientos, no era bueno estar pensando en amor cuando luchaban a muerte por conquistar un nuevo territorio, así que para el emperador, unos ojos concentrados en la milicia eran preferentes.
A Valentín eso no le gustaba y, secretamente, comenzó a casar a los soldados con sus parejas. Pero al estar en contra del decreto del emperador, el destino de este cupido fue una sentencia de muerte. En un “Rompiste mi decreto, ahora romperé algo que sea tuyo”, este Valentín terminó sus días. Claudio, uno; Valentín, cero.
En el segundo round, otro Valentín, esta vez un obispo de Interamna Naharis (hoy Terni, Italia), fue decapitado por el emperador por no querer negar su religión. Por último, un tercero, también obispo, fue arrestado y se dice que en su celda escribió una carta a su amada firmándola como “tu Valentín”. Ciertamente, San Valentín Roma es el nombre que comparten estos tres mártires. ¿Qué hizo tan importante a estos santos para celebrar el amor en su santoral litúrgico?
En la Edad Media surgieron muchas leyendas acerca del origen de estos supuestos santos y su relación con el amor. Desde que casaban soldados en secreto que rechazaron, renunciar al cristianismo hasta celebrar que es la época del año donde los pájaros comienzan a emparejarse, esto dio origen al Día San Valentín moderno. Pero por algún tiempo, de 1969 hasta 2014, estuvo fuera del calendario eclesiástico de la Iglesia católica, en un intento de eliminar a santos de un origen posiblemente legendario.
El Día de San Valentín se instituyó para contrarrestar la celebración pagana del Lupercales. Lupercales o Lupercalia fue la festividad romana de la fertilidad, en la que sacerdotes se reunían para hacer un ritual en una cueva, donde supuestamente Rómulo y Remo, fundadores de Roma, fueron criados por una loba.
En el ritual, los sacerdotes sacrificaban una cabra y un perro. Le quitaban la piel a la cabra y la bañaban en sangre para después abofetear con ella a las mujeres y, aparentemente, aumentar su fertilidad. En una época en la que no podías matar a un perro sin que te llamaran “mataperros”, tampoco podías hacer un ritual sin que te llamaran “pagano”, por lo tanto, la celebración tuvo un rebranding y fue reemplazada con algo más acercado a Dios y la fe.
Ahora, si hacemos una comparación, tal vez recibir una caja de chocolates sea mejor que una bofetada con una piel de cabra ensangrentada. Y definitivamente es más fácil conseguir chocolates que una cabra… o un perro. Por cierto, piénsenlo dos veces antes de regalar un perro en San Valentín, no por el sacrificio, sino por la responsabilidad a futuro.
Ya que conocen un poco del origen de estas fechas, será mejor que vayan preparando su mejor regalo y compartan esta fecha con las amistades o sus amores. Y sí, ya sé que estás pensando que porque terminaste “como amigos” con tu ex, es un buen día para celebrar juntos su “amistad”, pero mejor piénsalo dos veces, no vaya a ser que las decapitadas sean tu ilusiones.