Un simple carbono hecho diamante se convirtió en un símbolo eterno y esencial del amor. ¿Te suena familiar?
Esta es la verdadera historia del anillo de compromiso, que ha hecho a la industria de los diamantes uno de los monopolios más poderosos de la historia moderna.
El anillo de compromiso comenzó su historia como símbolo de subyugación. Los hombres de las cavernas ataban cuerdas alrededor de los tobillos, las muñecas y la cintura de sus compañeras para que su espíritu estuviera bajo su control. Los turcos daban anillos para etiquetar a las mujeres de su harén y garantizar la fidelidad mientras él estaba ausente. Era costumbre romana dar un anillo unido a teclas pequeñas a la esposa, lo que simbolizaba la propiedad legal de la mujer.
Finalmente, el anillo de compromiso evolucionó, convirtiéndose en algo parecido al símbolo del amor, la devoción y la fidelidad que es hoy. La tradición fue iniciada como tal por el archiduque Maximiliano de Austria en 1477, cuando le entregó a María Borgoña un anillo de oro con un diamante incrustado como muestra de su amor.
Antes de finales de 1800 los anillos de compromiso prácticamente no llevaban diamantes, ya que la piedra preciosa solo se encontró en Brasil y la India pero no en cantidades abundantes. Esto hizo a los diamantes extremadamente raros y aún más valiosos. Estaban reservados principalmente para la realeza, sobre todo para un compromiso real, donde se tenía que usar un diamante de algún tipo. La mayoría de la gente tenía anillos de compromiso de los materiales más comunes.
En 1867, el descubrimiento de un solo diamante en las orillas del río Orange, de Sudáfrica, lo cambió todo; pronto se descubrió que Sudáfrica era un semillero de diamantes. De repente la producción mundial pasó de unas pocas libras al año para ser “excavado por las toneladas”.
En 1887, las minas de diamantes de Sudáfrica fueron monopolizadas por la compañía minera De Beers. La empresa decidió que, a fin de mantener los precios de diamantes a la alta, debían perpetuar el mito de que los diamantes eran un bien escaso y valioso.
Tenían que controlar no solo el suministro de diamantes, sino también la demanda, por lo que almacenaban las gemas, controlando estrictamente la distribución, y convencieron a la opinión pública que los diamantes eran aún escasos. Lo peor era la explotación de De Beer de los trabajadores negros sudafricanos que soportaban bajos salarios y “leyes” que restringían su libertad, condiciones inhumanas y aislamiento.
Las antiguas culturas creían que en el cuarto dedo de la mano izquierda existía una vena llamada “vena amoris”, la vena del amor, y que corría directamente al corazón, por eso el anillo se colocaba originalmente en ese dedo. Esto ha continuado y de hecho, el nombre que se la dado a ese dedo es el de “anular”.
En países como Inglaterra, Estados Unidos, Francia, México y Canadá el anillo se coloca en la mano izquierda, mientras que en Alemania, Rusia e India es en la mano derecha.
El metal más popular para hacer una argolla era el oro amarillo o el oro blanco. Más recientemente el platino, pero debido a su elevado precio, el paladio es la nueva opción. Éste también es considerado como un metal precioso, sólo que mucho más barato.
El anillo de compromiso más caro del mundo es el De Beers Platinum, pesa 9 kilates y cuesta alrededor de 2 millones de dólares.
El protocolo establece que un anillo de compromiso debe costar por lo menos tres meses del salario del hombre, sin embargo, lo más importante es la promesa de amor…
-El 43% de los novios planea detalladamente el momento. Un 46% apenas tenían una idea de cómo lo harían, y el 10% dejaron que el momento simplemente llegara, así, sin ningún plan.
A mediados de la década de 1930, cayó la venta de diamantes. Con la Gran Depresión y la inminente guerra en Europa, los novios entregaban anillos con piedras menos extravagantes, e incluso algunos renunciaron por completo al anillo. En 1938 el diamante que se vendía era pequeño y de mala calidad, con un precio de 80 dólares. La producción de diamantes continuó en auge, pero los consumidores no querían gastar en artículos de lujo innecesarios.
Con el fin de contrarrestar esta tendencia a la baja, De Beers contrató a la agencia de publicidad NW Ayer, en Filadelfia, para ver si “el uso de la propaganda en diversas formas” podría impulsar la venta de diamantes en Estados Unidos, y así es como nació una campaña publicitaria. ¿El objetivo principal? “Crear una situación en la que los hombres que fueran a prometer matrimonio, se sintieran obligados a adquirir un anillo de compromiso de diamantes”.
El primer paso fue posicionar los diamantes en películas, radio y medios impresos, como un símbolo tradicional y duradero de amor y devoción. Prestaron joyas a las estrellas de cine durante las alfombras rojas y escribían notas semanales sobre las joyas de las celebridades, y luego las distribuían a todos los periódicos del país, y encargaron una serie de retratos de personajes de la alta sociedad.
“Hemos extendido el uso de los diamantes a las estrellas de la pantalla y el escenario, a las esposas e hijas de los líderes políticos, a cualquier mujer que puede hacer que la mujer de la tienda de comestibles y la novia del mecánico digan: ‘me gustaría tener lo que ella tiene'”.
La campaña no se detuvo allí. De Beers también pagó “visitas educativas” a las escuelas secundarias, para adoctrinar a los estudiantes en la creencia de que un anillo de compromiso de diamantes era la manera tradicional y solo eso podía lograr un: “sí, acepto”.
Ellos crearon el concepto del “4C”, que se trataba de alentar al público a gastar más en “mejores diamantes”, y fue De Beers quien introdujo la idea de la “cantidad adecuada” para gastar en un diamante que, según el año y el país en el que los anuncios corrían, era de uno a tres meses de salario.
Según la BBC, en el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial el 10 por ciento de los anillos de compromiso contenía diamantes. A finales del siglo 20 la cifra aumentó a 80 por ciento. Las parejas gastan casi 11 millones de dólares en la joyería del compromiso y la boda. En promedio gastan 4 mil dólares en un anillo, según Bain & Company. Esto a pesar de un estudio de la Universidad de Emory, que señala que los que gastan de 2 mil a 4 mil dólares en un anillo de compromiso tienen más probabilidades de divorciarse que los que se quedan por debajo de un presupuesto de 2 mil.
Al final de cuentas, independientemente de costos y piedras, la manera en que te comportes y le propongas matrimonio a esa chica de tus sueños, es lo que definirá si te dice sí o no, tomando en cuenta algunas cuestiones…
Primero, si no estás seguro, no lo hagas en un lugar público:
Asegúrate de ser creativo, aunque sea con pocos recursos, o si tienes más recursos, haz algo impactante:
https://www.youtube.com/watch?v=2iwHwpw-yqs
Y por supuesto, ¡cuida muy bien el anillo!