No cabe duda de que la unión más fuerte es la que existe entre padres e hijos, pero esa fuerza no se pone a prueba sino hasta que los vínculos se ven amenazados por causas de fuerza mayor, como las deudas que no podemos evitar y las necesidades económicas del día a día que se van acrecentando siempre.
Eso es justamente lo que le ocurrió a la familia de Enrique Alegría Valdivia, padre peruano que mantiene a flote el núcleo familiar por sus propios esfuerzos desde que su mujer tuvo que dejar el hogar para trabajar en el campo y ayudar a solventar las deudas de la casa hace más de un año. Aun así, Enrique no se arrepiente y asegura que está dispuesto a todo para siempre estar ahí para sus hijos.
Un año entero de encargarse de todo
Tomándose muy en serio sus responsabilidades, Enrique se encarga de tener a diario listos a sus pequeños para asistir a la escuela: los ayuda a prepararse, les hace el desayuno y los lleva a clases antes de ocuparse de su día laboral, para hacerse con algo de dinero para llevar el pan a la mesa. El más grande de sus hijos tiene apenas 11 años y en él recae la responsabilidad de ayudarle a su papá a cuidar a sus hermanas y hermano, de 9, 7 y 5 años.
La situación en la que se encuentra la familia es debida a la ausencia de la mamá de los cuatro pequeñines, quien tuvo que salir de Arequipa, Perú, para buscar empleo en Santa Rita de Siguas. En cambio, Enrique permaneció en su ciudad de origen, asegurándose de que nada les faltara a sus pequeños, trabajando no solo para sobrevivir, sino para pagar una deuda que lleva a cuestas y que el salario de su esposa ayuda a ir pagando. Así, todo un año y más ha transcurrido en su solitaria pero optimista lucha por cuidarlos.
Mis hijos entran al colegio a eso de cuarto para las 8:00 a.m., por lo que tengo que esperar para ir a trabajar después de llevarlos. Como las obras normalmente inician a eso de las 7:00 a.m., no puedo acudir a ese tipo de trabajos, pues no quiero quedar mal llegando tarde o trabajando menos horas de las que me exijan. Por eso busco mis propias chambitas, para que no haya problemas ni reclamos de parte de los jefes.
– Enrique Alegría
Explicando que su foco número uno es el bienestar de sus hijos, el abnegado padre sacrifica la estabilidad laboral que podría obtener de trabajar en un puesto fijo en construcción para tener un horario más flexible que le permita suplir las necesidades de sus hijos y compartir tiempo con ellos. Así, siendo su propio jefe, Enrique avanza despacio pero seguro para darle lo mejor que puede a sus retoños.
Sueños a futuro
Por supuesto, todos en el núcleo familiar de la familia Alegría tienen sueños, como el más pequeño de los cuatro hermanos, cuya máxima ambición es recibir una pelota nueva para jugar con sus hermanitos, pero, sin duda, el sueño que más bien le haría a la familia es el de Enrique, cuyo anhelo es que su familia tenga dónde vivir. De momento, tanto padre como hijos viven en una casa que no es suya, pues un conocido les prestó dónde vivir. Sin embargo, esa situación no es la ideal y el hombre ya trabaja en mejorar su situación.
Doy todo lo que puedo y lo que tengo, por ellos. Siempre daré la cara por mis hijos, porque el motivo de mi existencia es el estar ahí para quererlos y protegerlos. Ellos son mi mayor fuerza y por eso siempre me impulsan a seguir. Yo sé que algún día conseguiré un lote para construir nuestra propia casa y para que llegue ese momento y podamos disfrutarlo, seguiré cuidándolos.