Las mujeres que tienen síndrome de Down suelen tener un 50 por ciento de posibilidad de heredarlo, pero con frecuencia, los fetos se abortan espontáneamente. Mientras que los hombres con Down usualmente son infértiles, a menos que tengan una manifestación del síndrome en mosaico, en cuyo caso poseen una combinación de dos tipos de células, lo que les permite tener hijos.
Jad Issa, de 46 años, tiene síndrome de Down y fue capaz de tener y criar a su hijo de un modo admirable. Jad conoció a su esposa, Samira, mientras trabajaba en el campo, en su país natal Siria. Su mujer no tiene esta condición y en 1997 quedó embarazada. Ambos educaron y cuidaron a su retoño hasta que el muchacho, Sader Issa, se graduó como odontólogo a los 25 años. Los padres no podrían estar más orgullosos ni el hijo más agradecido.
Mi padre como ejemplo
La condición de mi padre jamás fue un obstáculo para mí: siempre fue un gran padre, un líder de familia ejemplar y un buen esposo. (Su síndrome de Down) jamás impidió que me criara con un amor y un cuidado inimaginables.
Gracias a él crecí con fortaleza emocional y logré todo lo que me propuse. Si pudiera elegir quién fuera mi padre, sin duda lo elegiría nuevamente a él. Creo que habría estado mucho menos entusiasmado con la vida y que sería mucho menos apasionado con lo que hago si no tuviera a mi padre especial.
– Sader Issa
Mi papá, mi orgullo
En un video producido por la Sociedad Siria para el Desarrollo Social, Sader explica una de las muchas razones por las que está tan orgulloso de poder llamar “padre” a Jad. El joven considera que su papá no solo fue tan bueno como cualquier otro pudo haber sido, sino que incluso considera que siempre ha sido excepcionalmente amable y tierno, lo cual le permitió criarse en un ambiente de amor envidiable que no pudo haber tenido en el seno de ninguna otra familia y de esto pueden dar fe los miembros de su comunidad, quienes conocen a Jad como un hombre solidario y generoso.
Un niño que crece en el regazo de alguien con síndrome de Down tendrá todo el amor y ternura que alguien pudiera ofrecer. Esto le llevará a ser una persona cuyo balance entre sus aspectos emocional y social le permitirá alcanzar cualquier cosa que desee.
Mi hijo, el doctor
Jad, que luchó para procurarle todo lo necesario a su familia, con trabajo duro en el campo y en el molino cercano a su casa, también fue el principal responsable de permitir que Sader cursara la carrera de dentista. Ahora que su hijo ha terminado la universidad y que ejerce exitosamente su profesión, el orgulloso padre no desperdicia la oportunidad para decirle a todo el mundo que su hijo es un doctor.
Puedes ver cómo sus ojos se llenan de gozo y satisfacción, como queriendo decir: ‘sí, tengo síndrome de Down, pero fui capaz de criar a este hombre, hice todo lo que estaba en mi poder para ayudarlo a convertirse en doctor y que así pudiera ayudar al prójimo’.
Síndrome de Down
El síndrome de Down es una condición congénita en la que las personas afectadas presentan algunas características anómalas, como rostro aplanado, particularmente el puente nasal, ojos almendrados, cuello corto, orejas pequeñas, lengua que tiende a salirse de la boca y lentitud para desarrollar procesos intelectuales. Se presenta en uno de cada 700 nacidos, convirtiéndolo en un síndrome relativamente común. Además, su expectativa de vida siempre ha sido relativamente baja y debido la posibilidad de que no pueden tener descendencia, su calidad de vida también se ve afectada.
Sin embargo, en el caso de la familia Issa, el empeño y buena disposición de sus miembros, particularmente de Jad, han sido determinantes para su felicidad. Durante buena parte de su vida le habían dicho que su esperanza de vida era de unos 25 años, pero ahora con 46 se le notan los ánimos y la intención de seguir con su familia más allá de los 60 años, que hoy se consideran su esperanza de vida razonable, y los Issa no podrían estar más felices que ahora.