El covid-19 y la pandemia han cambiado nuestro estilo de vida. Desde tener que utilizar una mascarilla todos los días hasta acostumbrarse a las molestas pruebas de detección. A nadie le gusta tener un hisopo rascando el fondo de la faringe, pero es algo que muchas personas tienen que hacer una o dos veces por semana, en especial si se mueven de un lugar a otro, ya sea por tierra o aire.
Pero en ocasiones, las pruebas no son del todo confiables y pueden causar problemas inesperados, como le sucedió a Marisa Fotieo, quien se dio cuenta de que tenía covid-19 a mitad de un vuelo y tuvo que encerrarse en el baño durante cinco horas para evitar contagiar a los demás pasajeros. La chica documentó su experiencia como la gente normal lo hace: en un TikTok.
Marisa Fotieo es una maestra de Michigan, Estados Unidos, quien el 19 de diciembre de 2021 viajaba en avión desde Chicago a Suiza para pasar la Navidad con su familia. Ella viajaba junto a su hermano y su padre, de más de 70 años. El plan era hacer una pequeña parada en Islandia para retomar su viaje navideño. Cuando pasaron por los filtros sanitarios en el aeropuerto con pruebas PCR y de antígenos para detectar el covid-19, todos salieron negativos. Sin embargo, a mitad del vuelo, Marisa comenzó a sentir molestias.
Cuando la chica fue al baño para hacerse una prueba rápida de covid-19, los resultados la alarmaron, pues fueron positivos. Parecería algo increíble, pero los síntomas se lo estaban recalcando. A pesar de contar con el cuadro completo de vacunación y recibir la vacuna de refuerzo, la mujer adquirió el virus. Con el nervio encima, Marisa solo pudo aislarse en el baño para no contagiar a los demás.
Estaba en shock. Estaba perdida en mi viaje familiar. Estaba en shock e iba a estar sola en Islandia. Estaba en shock porque en casa (Michigan), 20 familias me tuvieron en el salón de clases.
Durante el resto del vuelo, Marisa estuvo encerrada en el pequeño baño de la aeronave. No suena al viaje más cómodo del mundo, pero al menos no lo pasó del todo mal, ya que encontró la ayuda ideal. Ragnhildur Eiríksdóttir, la auxiliar de vuelo, también conocida como Rocky, la estuvo apoyando durante todo el trayecto.
Rocky trató de reorganizar los asientos para que Marisa estuviera sola, pero falló, pues el avión estaba lleno. De la misma manera, proporcionó agua y comida a la mujer encerrada en el baño y constantemente le preguntaba si todo estaba bien. El temor de Marisa era por un posible contagio a su familia y al resto de los pasajeros. Recordemos que en ocasiones las políticas del uso de mascarillas en los aviones son un poco extrañas.
Al llegar a Islandia, la familia de Marisa se hizo pruebas para ver si ellos también tenían el virus, pero estas resultaron negativas, por lo que pudieron continuar su viaje a Suiza. En cambio, Marisa tuvo que estar 10 días en cuarentena dentro de un hotel de la Cruz Roja en Reykjavik, la capital del país nórdico.
A pocos días de la Navidad, los planes de Marisa se habían derrumbado. Su familia estaba en Suiza mientras ella estaba atrapada en una habitación. Pero sus ánimos no decayeron, pues Rocky no se olvidó de ella. Estando en hospital, la sobrecargo le envió algunos regalos para que disfrutara las fiestas a pesar de la situación.
Me llevó flores y un arbolito de Navidad con luces para que pudiera colgarlo. Eso fue tan sincero y ella es simplemente un ángel.
El 30 de diciembre, la familia de Marisa planeó reunirse con ella. Para vivir el final de año con ella en Islandia, ya que su vuelo de regreso a Estados Unidos estaba programado para el 3 de enero. Marisa y Rocky continuaron el contacto a través de Instagram.