Los grandes líderes sacan lo mejor de las personas, las inspiran e impulsan a cambiar positivamente, fomentan su crecimiento y les importa su desarrollo. Quizá haya alguien conocido que entre en la descripción, una persona cuya confianza, visión y capacidades de comunicación desearías tener.
El liderazgo no es una cualidad exclusiva con la que naces o no, sino una habilidad que se puede mejorar a través de hábitos consistentes, y el día de hoy te daremos algunos consejos para que sepas por donde empezar y convertirte en la mejor versión de ti mismo.
1. Un líder saca lo mejor de las personas
Según Bob Babinski, entrenador de rendimiento de élite para ejecutivos corporativos, el hábito de relacionarse con las personas que nos rodean para tratar de desarrollar nuestra propia capacidad de liderazgo es, probablemente, el hábito más importante de un líder efectivo.
Puedes decirle a los demás que hagan cosas, pero ellos deben estar motivados a lograr un cambio positivo, a desarrollarse y desarrollar la cultura del grupo en el que están. Esa es la forma en que tendrás éxito.
¿Pero, cómo hacer que otros quieran ser mejores? Babinski cree que es necesario usar el poder de la emoción e imaginación para ayudar a otros a alcanzar ese potencial.
Por ejemplo, si alguien comparte un sentimiento fuerte sobre una situación laboral, esto brinda la oportunidad de ayudarlos a comprender el porqué de su situación, y esta es la ocasión perfecta para animarlos a canalizar esa emoción hacia la motivación y crear un cambio positivo.
Los grandes líderes también usan la imaginación para inspirar a otros. Son capaces de pintar una imagen vívida en torno a un resultado deseado y avivar el deseo de su equipo para llegar, por ejemplo, a cumplir una meta.
2. Un líder tiene visiones claras
Los líderes son visionarios, pero uno de los factores que marcan la diferencia es la capacidad de articular claramente esa visión.
Esto incluye establecer el tono para la dirección y dar a las personas un sentido concreto de hacia donde van, pero también esbozar roles y responsabilidades, y explicar como se desarrollarán las cosas cuando se trata de convertir esa visión en acción.
En pocas palabras, las personas tienen que saber su rol y contribución dentro de la meta a lograr.
3. Construyen confianza
Los líderes de alto impacto saben que todas las relaciones se basan en la confianza, sin ella no podrán causar el impacto que anhelan. “La confianza viene de saber que tú, como líder, eres competente y sabes lo que haces”, dice Babinski.
Para cultivar la confianza, los grandes líderes incluyen a su equipo en el proceso de toma de decisiones. Dan espacio para que se escuchen diferentes voces, incluso si la decisión final no se elije por consenso.
Los líderes fallan cuando las personas que los rodean están continuamente sorprendidas por decisiones que no tienen sentido. Ellos pueden identificar que se está perdiendo el control, y afecta negativamente a tu rol.
4. Un líder se cuida a sí mismo
Es simple, si no te cuidas tú, jamás tendrás la capacidad de cuidar a los demás. El autocuidado comienza con un inventario de tus brechas personales y puntos ciegos que podrían estar causando heridas figurativas dentro de ti, y que se reflejan en tus negocios y decisiones.
Expertos en el tema sugieren que, por mucho que se esté al pendiente del trabajo, debes tomar pequeños momentos dedicados a ti por medio de la meditación y ejercicio, desarrollando la autoconciencia, la inteligencia emocional, la autoconfianza y controlando el estrés.
5. Un líder se muestra interesado
Un verdadero líder observa cómo todos a su alrededor cambian cuando él se toma el tiempo de dar las gracias. Es como una transferencia de energía; ellos se sentirán apreciados y, por lo tanto, su productividad aumentará. Los empleados apreciados tienen mayor moral y satisfacción, lo que lleva a tasas más bajas de rotación.
6. Animan a otros a intentar (y a fracasar)
Los grandes líderes alientan a las personas con las que trabajan a probar cosas y que sepan que podría salir mal. Si no fallan no aprenderán a lidiar con el fracaso, nunca alcanzarán su máxima capacidad.
Esto se reduce a cultivar una mentalidad de crecimiento: la creencia de que puedes desarrollar tus habilidades a través de la dedicación y el esfuerzo. Las personas con esta mentalidad no permiten que el fracaso defina su identidad. Lo perciben como una experiencia y una oportunidad para aprender.
Los mejores líderes saben que el fracaso es parte del proceso para alcanzar su máximo potencial, y también les dan a otros el espacio para aprender y crecer.
7. Son humildes
Ser humilde significa escuchar activamente, disculparse cuando te equivocas y admitir que no tienes todas las respuestas. Cuando practicas la humildad, nutres conexiones profundas con los demás y expande las posibilidades de crecimiento.
8. Dan la retroalimentación correcta en el momento correcto
Babinski dice que hay dos tipos de retroalimentación: la de crisis, que es más reactiva y orientada a enfrentar una situación inmediata; y la de desarrollo a largo plazo, cuando un líder entrena a alguien con el objetivo de apoyar su desarrollo profesional.
Cuando se provee retroalimentación relacionada con el rendimiento, considere el estado de la persona: ¿Se siente mal por no lograr sus objetivos? ¿Es necesario abordar el problema en el acto para evitar un impacto negativo en el negocio? ¿O puede esperar un par de días hasta que la persona sea más receptiva y esté mejor equipada para obtener algo positivo de la conversación? Considere estos factores diferentes y tenga en mente sus objetivos a largo plazo.
El secreto en este caso está en conocer a las personas.