Aunque el mundo del espionaje parezca cosa de Hollywood o un mero invento para mantener a la gente paranoica, la verdad es que el espionaje es una realidad y no es nada rara, sobre todo cuando hablamos de naciones grandes con una compulsión por controlar al mundo, como en el caso de Estados Unidos y Rusia, que por décadas han mantenido activas operaciones de “inteligencia” y “contrainteligencia”.
Llama la atención que a diferencia de los espías del espectáculo y de las novelas, que luchan espectacularmente hasta la muerte por su patria (y por divertir al público), los agentes de carne y hueso deben ser capaces de “tener una vida común”, para despistar. Richard y Cynthia Murphy lo hicieron con tal maestría que vivieron casi 20 años como una “familia estadounidense modelo”, junto a sus dos hijitas, antes de ser arrestados y deportados de vuelta a su país.
Richard y Cynthia. ¿O debería decir…?
Según el Buró Federal de Inteligencia estadounidense (FBI), los nombres reales de Richard y Cynthia Murphy son Vladimir y Lydia Guryev. La agencia los acusó de espionaje en el año de 2010, época en la que ambos criaban a sus dos hijas en su hogar estadounidense, ubicado en Montclair, Nueva Jersey.
El arresto de los “Murphy” ocurrió en junio de 2010 y se les levantaron cargos de espionaje junto a otros ocho individuos que se encontraban distribuidos en las ciudades de Boston y Yonkers, así como en la isla de Manhattan y en el estado de Virginia. Los 10 acusados se declararon culpables de conspiración con un gobierno extranjero.
Un matrimonio como cualquier otro
Cynthia Murphy tenía tarjetas en las que se anunciaba como planeadora financiera en una compañía de contabilidad en Manhattan. Mientras que Richard le decía a los vecinos que era un padre que se sentía más a gusto haciendo los quehaceres del hogar.
La felizmente casada pareja tenía una familia estadounidense perfecta, incluyendo a sus dos pequeñas hijas Kate y Lisa. En su momento, nadie sospechó que hubiera algo siniestro involucrado en esa familia, así de perfecto era su comportamiento suburbano, pero era todo una mentira.
Los agentes y la misión
Luego de un entrenamiento de varios años en “El Instituto” (la escuela rusa de espías), Vladimir y Lydia Guryev adoptaron sus papeles de Richard y Cynthia Murphy, permaneciendo debajo del radar por cerca de 20 años, engañando a su comunidad y a los servicios de inteligencia.
Cynthia, la proveedora de la casa, tenía como objetivo recabar información sobre la facultad de la Universidad de Columbia, incluida aquella respecto a los nombres de los aplicantes y de quienes eran contratados por la CIA, mientras se desempeñaba en la institución como una estudiante. Además, trabajaba con un filántropo cercano a los Clinton, Alan Patricof. “Richard” era su apoyo y vínculo con otros miembros de la red de espionaje.
Diez años de investigación
Desde el 2000, el FBI se había estado enfocando en la investigación de cuatro parejas (una de ellas el matrimonio Murphy), quienes parecían ser una “típica familia estadounidense, viviendo el típico sueño americano en el típico vecindario norteamericano”. De hecho, la historia de los Murphy era que habían llegado al país sin nada más que su certificado de nacimiento y “un sueño”.
Eventualmente, luego de 10 años de esfuerzos de contrainteligencia, la operación “Historias de Fantasmas” del FBI dio frutos: fueron capaces de exponer las actividades ilícitas de espionaje que los miembros de la red de espías rusos llevaban a cabo bajo las narices de la comunidad estadounidense. Una parte clave de la investigación fue el descubrimiento de un cuaderno con claves que los criptógrafos estadounidenses fueron capaces de descifrar para agarrar con las manos en la masa a los traidores.
“En retrospectiva, era muy obvio”
Muchos de los vecinos de los Murphy declararon que “era obvio” que había algo fuera de lugar con sus exvecinos. Peter Zorich, habitante de Montclair, dijo que Richard “tenía un acento raro, que no correspondía con el lugar del que decía venir”. Además, aseguró que “no parecía irlandés a pesar de apellidarse Murphy”.
Otro vecino, Stanley Skolnik, dijo que “eran muy discretos” y que “mantenían un perfil bastante bajo”. Por su parte, la esposa de Stanley, Norma, comentó que dos semanas antes del arresto de los espías, se percató de la presencia de los grupos de vigilancia en las inmediaciones: vehículos negros estacionados por días y con hombres que leían el periódico durante horas.
El desenlace
Al final de todo el asunto, arresto y juicios, luego de una operación de 20 años, tanto los Murphy como los otros “agentes durmientes” del Kremlin fueron intercambiados por el dobleagente Sergei Skripal y otros tres rusos que fueron arrestados por espionaje en Rusia.
Richard y Cynthia se reunieron con sus hijas en Rusia, a quienes les queda abierta la puerta para regresar a vivir en Estados Unidos, en caso de desearlo, ya que nacieron como ciudadanas estadounidenses. A fin de cuentas, ellas no serían espías, ¿cierto?