Amar y estar enamorado no es igual, y según expertos neurocientíficos el enamoramiento se parece bastante a un estado de locura temporal.
Muchos han intentado responder a la pregunta qué es el amor. Músicos, poetas y artistas de toda índole le han dedicado miles de canciones, páginas y obras, pero los científicos aseguran que el amor se puede explicar en términos neurológicos, y explican que estar enamorado es una verdadera locura.
No lo dicen en un sentido figurado ni romántico; para la ciencia, el enamoramiento es una “explosión” de neurotransmisores que producen placer y que se asemeja bastante a una adicción.
La investigadora Georgina Montemayor Flores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explica que el enamoramiento es una etapa intermedia entre el deseo sexual y el amor, y que por sus características podría ser catalogado como una especie de locura temporal.
En acuerdo con los estudios de la antropóloga Helen Fisher, Montemayor dice que el ser humano tiene ciertos programas cerebrales que lo ayudan a sobrevivir como individuo y como especie. Uno de estos es el deseo sexual, cuya función es encontrar a alguien lo suficientemente atractiva para querer reproducirnos.
Pero después de este flechazo del deseo, viene la parte más intensa y agotadora: el enamoramiento. En el deseo primero se libera feniletilamina, una sustancia que a su vez provoca la liberación de dopamina, que es la encargada de producir placer y sensaciones agradables.
La dopamina es la misma sustancia liberada en las adicciones, es decir, a las personas no solamente les basta el deseo sexual sino que buscan tener más contacto con la persona que les provocó la liberación de dopamina.
Además, a estas sustancias se les agrega la norepinefrina que provoca alteraciones físicas como aumento de la frecuencia cardiaca, alteraciones en el apetito y el sueño. Es así que se produce la sensación conocida como las “mariposas en el estómago”.
Este enamoradizo cóctel de sustancias provoca una ligera disminución de la actividad cerebral en las áreas temporal, parietal y frontal; así, el juicio y la capacidad de razonar sufren una alteración.
Es por esto que se dice que es una especie de locura: los enamorados no piensan bien, perciben a la otra persona totalmente idealizada y solamente buscan darle a su cerebro una dosis cada vez mayor de neurotransmisores.
Pero esto no puede durar para siempre. Aunque cada pareja es distinta, Montemayor especula que esta etapa de enamoramiento puede durar desde 18 meses hasta incluso cuatro años. Pero tarde o temprano se va a terminar.
Las neuronas tienen un número limitado de conexiones para recibir los neurotransmisores, así que con el tiempo se saturan. Es entonces cuando llega el momento de la verdad y dar el brinco al amor.
Es aquí cuando comienza una relación estable y madura, que no depende enteramente de la liberación de neurotransmisores para mantenerse. Ahora, las personas pueden decidir construir una vida juntos, libres de sus locas pasiones.
La investigadora Georgina asegura que los hombres y mujeres no se enamoran de la misma manera. Según ella, los hombres tienden a enamorarse con más facilidad y se dejan llevar por la apariencia física, mientras que las féminas tardan un poco más en este proceso.
Además de esta “locura” del enamoramiento, Montemayor también concluyó que cuando te rompen el corazón lo que se sufre es un dolor real. El Sistema de Salud de la Universidad de Loyola acuñó el término Síndrome del Corazón Roto para la serie de malestares que se observan después de un rompimiento amoroso.
Según los expertos, cuando una persona termina una relación se activan las misma zonas cerebrales de dolor que las activadas frente al dolor físico real; y este malestar es aún mayor cuando la otra persona de la relación es la que decide acabar con todo. Así es, cuando te mandan a volar es como sufrir un infarto.
Algunas recomendaciones para superar con éxito esta etapa loca del enamoramiento son: no casarse mientras se está bajo los efectos del querer y buscar actividades nuevas que vayan manteniendo los niveles adecuados de neurotransmisores. Ya con la cabeza más fría, podrán ver si vale la pena continuar como pareja.
Ya lo decía con acierto el príncipe de la canción, el amar y el querer no es igual; los expertos ahora añaden que el querer es una locura temporal.