Todos tenemos derecho a un trabajo que nos reporte un pago justo y que nos permita vivir de manera digna, pero no es algo que le quede muy claro a todo el mundo, pues existe la gente que cree que el término “empleado”, en lugar de ser alguien “que emplea su tiempo en algo útil”, es alguien “que está ahí para ser tu sirviente”.
Recientemente, esta actitud fue exhibida en redes sociales. El joven trabajador Iván Nava hizo pública la forma en que un cliente de su empresa lo hostigó e hizo blanco de abuso verbal a través de la aplicación de mensajería WhatsApp. En los mensajes se puede observar que el cliente inició insistente y terminó siendo agresivo y soez. Todo un “lord”.
“Me urge”
Todo comenzó de la manera más normal: Un cliente, que responde al nombre de Francisco, se comunicó con Iván Nava, pues quería aclarar algunos detalles sobre un evento que tenía programado para el fin de semana, pero al ver que no contestaban sus llamadas, comenzó a mandar mensajes.
El problema es que las llamadas se llevaron a cabo a escasos minutos de la medianoche, horas que obviamente no caían en horario de oficina. Sin embargo, a este sujeto no le importó y seguía insistiendo.
No entiende una indirecta
Iván, que con todo derecho se sentía injustamente tratado debido a que la llamada se llevaba a cabo a una hora muy inapropiada, sin la más mínima consideración hacia su persona, decidió no contestar, para dar a entender que no iba a atender negocios en su tiempo personal.
Sin embargo, lord Francisco no lo entendió así, pues se sentía con todo el derecho a ser atendido a cualquier hora que él quisiera. Incluso llegó a un punto en el que se desesperó y comenzó a agredir verbalmente a Iván.
No soy 24/7
Al ver que Francisco no iba a recapacitar sobre sus acciones y ser agredido directamente con una actitud prepotente y retrógrada, Iván no tuvo más remedio que explicarle, con “bolitas y palitos”, que su actitud no era apropiada, que para eso habían horas y que él ya no estaba dispuesto a encargarse de los negocios entre el cliente y la empresa.
A pesar de la clara explicación, Francisco fue incapaz de comprenderla o simplemente se vio sorprendido por “el atrevimiento” de Iván de reclamar sus derechos laborales y humanos.
“WTF!”
Después de la respuesta de Iván, Francisco solo atinó a decir “WTF!”, incrédulo ante este mero mortal que ponía en duda su derecho a mandarle, a cualquier hora, bajo cualquier circunstancia.
Para desmayo del pequeño tiranillo, Iván permaneció firme en su posición. Al final, Iván cortó la comunicación con el fastidioso individuo y se preparó para las consecuencias de defenderse frente a la tiranía.
Seguro me metí en un broncón
https://twitter.com/IvanNavaMx/status/1495998962331013122?s=20&t=FEiKFBk9yaE-zyvHp_jqMg
Seguramente esto me va a meter en un broncón mañana en la oficina, pero de que se siente bien, se siente bien, y muy bien.
Por supuesto, defenderte frente a quienes quieren cometer (o cometieron) una injusticia es satisfactorio y catártico: es un medio para cerrar el ciclo de violencia que, de otro modo, se hubiera perpetuado. Iván así lo vio y se preparó para las consecuencias de sus actos porque no siempre los justos son juzgados justamente.
Justicia, solidaridad
Actualización:
Primero que nada, gracias por sus tuits de apoyo, por su amor, sus recomendaciones, sus ofertas para asesorarme y hasta ofertas de empleo. Hace un momento hablé con el socio más importante de la empresa en la que trabajo y me dijo que tengo su TOTAL apoyo, ⤵️ https://t.co/oGqdXOwgwU
— Ivan Nava (@IvanNavaMx) February 23, 2022
Primero que nada, gracias por sus tuits de apoyo, por su amor, sus recomendaciones, sus ofertas para asesorarme y hasta ofertas de empleo. Hace un momento hablé con el socio más importante de la empresa en la que trabajo y me dijo que tengo su TOTAL apoyo.
(En la empresa) valoran mucho mi trabajo y saben perfectamente cómo es ese cliente (Francisco), por lo que a mí nadie me va a correr (por defenderme); tuvimos una reunión con Recursos Humanos para definir y negociar una estrategia para manejar la cuenta de Francisco, la cual ya no será mi responsabilidad.
Ya con ésta, me despido…
Me siento bien conmigo mismo. Sé que si no le hubiera puesto un alto a esta persona, las groserías y el maltrato hubieran aumentado, pues no se trataba de la primera ocasión en que incurría en esas actitudes. Nadie merece (ese trato).
Todos, sin importar jerarquía, merecemos un trato justo, respetuoso y digno, tanto en el trabajo como en cualquier otro ámbito de nuestras vidas. La dignidad no se negocia.