En un caso más del llamado arte contemporáneo, que parece nadie entiende y pocos consideran como arte, pero que genera jugosas ganancias monetarias y un momento de fama, ahora los reflectores se los lleva una banana.
Maurizio Cattelan pegó una de estas frutas a una pared blanca con un trozo de cinta de las que usa un electricista o un plomero, y ya vendió esta “obra” por 120 mil dólares.
El Festival Art Basel Miami recibió a esta importante banana con cinta, presentada por la galería francesa Perrotin, con la que Maurizio ha trabajado desde hace tiempo.
El título que le puso a este trabajo es Comediante, y no es porque se esté burlando de los que creen saber de arte, sino que de acuerdo al dueño de la galería se trata de “un símbolo del comercio mundial, un doble sentido, así como un dispositivo clásico para el humor”, porque el arte, remató, debe ser un “vehículo tanto de deleite como de crítica”.
Pero todo esto tiene una historia, no creas que solo se le ocurrió pegar una banana, claro que no, sino que es parte de horas de profunda reflexión y un intenso trabajo creativo:
En aquel entonces, Cattelan estaba pensando en una escultura con forma de banana. Cada vez que viajaba traía una banana con él y la colgaba en su habitación de hotel para encontrar inspiración. Hizo varios modelos: primero en resina, luego en bronce y en bronce pintado, finalmente volviendo a la idea inicial de una verdadera banana.
-Comunicado de prensa de la Galería Perrotin
Maurizio ya era conocido por hacer un inodoro de oro de 18 quilates, que tiene un valor de 6 millones de dólares, aunque esta obra ha causado más revuelo por la noticia de su robo que por otra cosa.
En fin, la cuestión es que si existe este tipo de “arte”, es porque hay gente con mucho dinero que sigue pagando por ellas: 120 mil dólares nada más. Hasta el momento ya vendió dos de estas bananas pegadas, porque se esforzó para hacer tres de ellas.
La tercera, como es la última, ahora vale 150 mil dólares…
Con esa cantidad cualquiera se compraría toneladas de bananas y cinta, ¿no? Porque tal vez el hablar de una obra de arte también tenga que ver con ese carácter de irrepetible, y que se vea la mano del artista. En este caso, no creemos que se trate de una “obra infalsificable”.
Y otra cuestión: ¿El cliente hará algo para evitar que su banana se pudra? Probablemente el único recuerdo que le quede de todo esto será una mancha en la pared y una buena cantidad de dólares menos en su cuenta.