¿Eres de los que cree que el despertador es un instrumento de tortura? ¿Consideras que tu vida sería mucho mejor si no tuvieras que madrugar a diario? El doctor Paul Kelley, investigador del Sleep and Circadian Neuroscience Institute de la Universidad de Oxford, te da la razón.
En una reciente conferencia en el British Science Festival, Kelley explica que si nuestros horarios estuvieran más adaptados a nuestro ritmo biológico natural, nuestro rendimiento y nuestra salud se verían beneficiados.
Mientras que en los niños de 10 años la hora natural de despertarse son las seis y media de la mañana, ésta va aumentando hasta fijarse en las nueve de la mañana cuando tenemos 18 años. Esto se mantiene así hasta que tenemos unos 55 años, cuando nuestra hora de despertarnos natural vuelve a ser las seis y media.
El motivo de que las jornadas de 9 a 5 estén tan arraigadas, pues, podría ser que se trata del horario que más les conviene a los jefes, muchos de los cuáles tienen 50 años o más.
Una posible solución es que las empresas tuvieran horas de entrada escalonadas. Así pues, aquellos que tengan 50 años o más podrían entrar a las ocho de la mañana, mientras que aquellos que tengan alrededor de treinta podrían entrar a las diez de la mañana, y el becario adolescente a las once.
“El rendimiento, el estado de ánimo y la salud de las personas mejoraría. Es una solución que haría que las personas estuvieran menos enfermas, más felices y mejores en lo que hacen”.
Otras de las ventajas que cita Kelley son la disminución de accidentes de tráfico, debido a que los conductores estarían más alerta, la reducción de aglomeraciones en horas punta y menos tensiones en la vida familiar.
“Los padres están intentando despertar a adolescentes que se están levantando tres horas antes de lo que les conviene. Crea tensión para todos”.
“El ritmo natural del cuerpo está controlado por un tipo de luz muy concreto. El ojo contiene células que mandan información al núcleo supraquiasmático del hipotálamo. Esta parte del cerebro controla nuestro ritmos circadianos a lo largo de un ciclo de 24 horas. Es la luz lo que lo controla. Es como decirle a alguien: ‘¿por qué no puedes controlar el latido de tu corazón?’”.