Al igual que antes de ser concebido, casi como en la fábula del eterno retorno, al morir puedes volver a un huevo… O al menos tus cenizas, por lo pronto. Unos diseñadores inventaron un ataúd en forma de huevo, el cual es apto para enterrar tus cenizas e incluso cuerpos (en un futuro cercano). El huevo además serviría para alimentar un árbol.
El ataúd del futuro se llama Cápsula Mundi, este féretro orgánico tiene la forma de un huevo; según sus creadores, Anna Citelli y Raoul Bretzel, una vez enterrada la persona, la cáscara de plástico se descompone y los restos humanos alimentan un pequeño árbol que va creciendo mientras tú desapareces.
La idea tiene la finalidad de sustituir las lápidas con árboles y reducir el desperdicio. Creen que la muerte está ligada en la actualidad al consumismo. Su propuesta data del 2003, cuando en una ocasión vieron toneladas de muebles destruidos luego de la feria de diseño Salone del Mobile en Milán.
“Era una gran competencia por diseñar cosas nuevas, pero casi nadie se preocupó por el futuro impacto de esas cosas o por si alguien las usaría realmente”, dijo Bretzel.
“Comenzamos a pensar proyectos que pudieran tener un aspecto ambiental. La muerte es parte de nuestra vida pero en las ferias de diseño a nadie le importa eso porque es un aspecto de nuestra vida que no queremos mirar. No queremos pensar en la muerte como parte de la vida”.
Por lo pronto, han presentado una primera versión que sirve solo para cenizas, pero esperan que pronto puedan presentar uno para cuerpos. Estos serían encapsulados en posición fetal.
La ciencia detrás del “enhuevamiento” funerario explica que las bacterias del suelo descomponen el bioplástico y luego las cenizas gradualmente son absorbidas en el suelo. Sin embargo, la cremación tiene sus desventajas porque se necesita mucha energía para cremar un cuerpo. No solo eso, sino que se necesitan filtros para el venenoso mercurio que se encuentra en los empastes dentales.
Los beneficios de este tipo de entierro a diferencia del tradicional es que en el segundo la descomposición es anaeróbica y hay mucha degradación incompleta.
“Estas cápsulas pueden ayudar a mantener algo de flujo de oxígeno en el sistema. Además, le aportan carbono a todo el sistema (por el bioplástico). Uno de los obstáculos y desafíos que plantea la descomposición de un cuerpo humano es que es muy rico en nitrógeno y, por eso, los microbios que tratan de descomponer todo ese nitrógeno necesitan algo de carbono para equilibrar el proceso”.