Como si una serpiente no fuera lo suficientemente aterradora, ahora, científicos de la Universidad de Tennessee han descubierto una especie que gusta de cazar en grupo.
Porque ellas saben que el trabajo en equipo es mejor y aumenta las probabilidades de resultados exitosos, las boas cubanas se coordinan para encontrar y buscar comida juntas, maximizando su éxito para asechar a su presa.
El autor del estudio, Vladimir Dinets, observó a las serpientes que cazaban murciélagos frutales en Cuba. Al ubicarse en la boca de una cueva, al amanecer y al anochecer, las serpientes, individualmente, se posicionaban de una manera que mejoraba las probabilidades de que el grupo hiciera una matanza. O sea, no sólo son animales aterradores, además son sumamente inteligentes.
Las serpientes que llegaban al área de caza tenían una probabilidad significativamente mayor de posicionarse en la parte del pasaje donde otras serpientes ya estaban presentes, formando una “cerca” a través del pasaje y así bloqueando más efectivamente la trayectoria de vuelo de la presa, aumentando significativamente la caza eficiente.
Y si un grupo de serpientes de aproximadamente 2 metros de largo trabajando juntas no es suficiente para provocarte una taquicardia, saber que lo hacen colgadas desde el techo de la cueva es como una imagen de película de terror.
Después del atardecer y antes del amanecer, algunas de las boas entraron en el pasaje que conectaba la cámara de reposo con la cámara de entrada y cazaban suspendiéndose del techo y agarrando murciélagos que pasaban.
Dinets, profesor asistente de investigación en el Departamento de Psicología de la universidad, observó las posiciones que cada boa tomaba cada mañana y noche cuando llegaban al sitio de caza y comprobó que elegían lugares que ayudarían a bloquear el camino de los murciélagos dentro y fuera de la cueva, una técnica muy efectiva. Él dice que el comportamiento representa una sofisticación que antes había pasado desapercibida en los reptiles.
La caza coordinada requiere una mayor complejidad de comportamiento porque cada animal debe tener en cuenta las acciones de los otros cazadores.
Dijo que estudios previos habían demostrado que la caza cooperativa no necesariamente aumentaba la ingesta de alimentos para todos los participantes, sino que podía tener una función social.