Para miles de personas estar en cuarentena durante la pandemia de coronavirus ha sido lo peor de su vida, pero tampoco fue tan grave, ya que hay toda clase de diversión en medios digitales, se pudieron comunicar y trabajar a través de su teléfono, así como estar en la comodidad de su casa. Si se trata de aislamiento, debes ver a estas personas que se recluyeron en una cueva, sin sus teléfonos.
El Instituto Humano de Adaptación en Francia realizó un experimento llamado Deep Time, para el que reclutaron a 15 voluntarios que ingresaron a una cueva en la que debían permanecer durante 40 días, sin teléfono, ni reloj, ni salir a ver la luz solar, algo que si lo piensas, puede ser demasiado complicado para la mayoría de los humanos en el planeta, pues están tan acostumbrados a estar todo el tiempo metidos en sus dispositivos.
Los expertos seleccionaron a siete mujeres y ocho hombres de entre 27 y 50 años de edad, quienes dormían en casas de campaña y debían pedalear una bicicleta estática para generar energía y tener algo de luz. Además, tenían que extraer agua de un pozo de 44 metros de profundidad para obtener el líquido. Al estar sin ningún aparato, lo único que tenían para “medir el tiempo” era su reloj biológico.
De forma muy rápida, los voluntarios perdieron la noción del tiempo. De hecho, uno de ellos dijo que permaneció 23 días al interior de la cueva, cuando en realidad fueron 40, pues hubo cambios en los periodos de sueño y vigilia, lo que complicó que pudieran llevar un conteo exacto del tiempo que pasaban ahí o si era de día o de noche.
Por supuesto, también se empezaron a registrar algunos comportamientos provocados por la ansiedad, como Johan Francois, quien manifestó que diariamente se ponía a correr en círculos hasta nueve kilómetros para mantenerse en forma y también para tratar de controlar sus “deseos viscerales” de salir de la cueva.
Pero también hubo voluntarios, como Marina Lançon, quienes estuvieron felices en la cueva e, incluso, querían quedarse más tiempo ahí, pues para ella fue un grandioso hacer una pausa en todas las actividades que hacía diariamente y relajarse, algo que en el mundo actual ya no es tan sencillo con tanto ruido por todas partes.
Nuestro futuro como humanos en este planeta evolucionará. Debemos aprender a comprender mejor cómo nuestro cerebro es capaz de encontrar nuevas soluciones, sea cual sea la situación.
-Christian Clot, director y participante del experimento
Antes y después de pasar tanto tiempo en la cueva, se tomó el registro de la actividad cerebral de los participantes para hacer la comparación y registrar algún cambio. Además, cuando estaban en el interior hubo un monitoreo constante de los patrones de sueño, capacidades cognitivas y la interacción social, datos que se irán analizando para comprender de mejor manera el comportamiento del ser humano bajo condiciones extremas de aislamiento.