El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, dijo en una entrevista en el programa Big Game del Channel One, que el peligro de una guerra nuclear es “grave, es real y no debemos subestimarlo”. A pesar de que un conflicto nuclear es considerado como inadmisible por el gobierno ruso, este externa la advertencia por la amenaza que les representa la OTAN y una posible entrada en el conflicto en apoyo a Ucrania.
A más de un mes del combate entre Ucrania y Rusia, ambos países han sufrido los estragos de la guerra. Muerte, bombardeos, destrucción y millones de civiles afectados es solo un superficial repaso de lo que este encuentro ha dejado. Con advertencia de una posible Tercera Guerra Mundial, el mundo está alerta de qué es lo que se pueda desprender del conflicto armado.
Esta es nuestra posición de principios y, por supuesto, no me gustaría ver estos riesgos inflados artificialmente ahora (…) [Si la OTAN] entra en guerra con Rusia a través de un representante y arma a este representante, todo se valdrá.
—Serguei Lavrov, ministro ruso de Relaciones Exteriores
Por un lado, Ucrania ha recibido apoyo de arsenal solicitado por el presidente Volodimir Zelenski. Tan solo Estados Unidos acaba de aprobar la venta de 155 millones de dólares en municiones y un financiamiento de más de 300 millones de dólares para más suministros con el propósito de la defensa de Ucrania de las fuerzas rusas. Las tensiones entre Rusia y el bloque occidental siguen en aumento.
La opinión de China
Por su parte, China, quien ha evitado condenar la ofensiva del Kremlin, invita a todas las partes a apostar por el diálogo e impedir que el conflicto escale y evitar que Europa y el mundo pague un precio más alto. “Nadie quiere una Tercera Guerra Mundial”, expresó el gobierno chino a través de su portavoz Wang Wenbin.
China, con una relación importante para Rusia, puede jugar de soporte ante las amenazas nucleares, pues el gobierno encabezado por Vladimir Putin no puede arriesgarse a tomar una iniciativa como el despliegue nuclear contra las superpotencias occidentales (Estados Unidos), sin antes consultar a China, ya que esto también afectaría a los intereses del “gran dragón asiático”.
Afectación al mundo entero
La guerra no solo se queda en Ucrania como campo de combate ni es contenida por los bloqueos económicos con las sanciones de los otros países. El conflicto ha puesto en la cuerda floja la producción alimentaria de gran parte del mundo, pues tanto en Ucrania como en Rusia se concentra una gran producción de trigo y fertilizantes, necesarios para el abono de las siembras y alimentación en otras naciones.
El precio de los fertilizantes ha aumentado, reduciendo la capacidad de los agricultores para comprarlos, por lo tanto, también afecta al volumen de la producción. Mientras Ucrania, un importante productor de trigo a nivel mundial, se ve afectado por la guerra, es probable que pueda perder la temporada crucial para siembra y cosecha, afectando de por medio a quienes compran su producto.
Mientras Rusia está desconectada del mundo en términos financieros, Ucrania padece de una desconexión física, ya que Rusia ha bloqueado el flujo comercial por el mar Negro. Además, en tierra, Ucrania no cuenta con los vagones suficientes para transportar comida ni combustible para que los agricultores comiencen con la siembra y cosecha.
Esto afecta directamente a otros países que compran trigo, cebada y maíz a las naciones en guerra. Sin un suministro de alimentos, otras naciones comprometen la alimentación de sus ciudadanos, encareciendo los productos y dando golpe a sus economías. De la misma manera, se ven afectada la ganadería, que alimenta a los animales con estos cereales.
El precio de otros insumos como fertilizantes, petróleo, el gas y metales como el aluminio, el níquel y el paladio también han aumentado rápidamente sus precios y, según The New York Times, se espera que la situación empeore. La Organización de las Naciones Unidas estima que hasta el 30 por ciento de las tierras de cultivo de Ucrania se convierten en zonas de guerra.
Mucha gente cree que esto solo implica que sus rosquillas serán más caras. Y por supuesto que es verdad, pero no se trata de eso. ¿Qué provoca en realidad que la gente salga a las calles a protestar? Todo empieza con la escasez de alimentos y la inflación en los precios de los alimentos.
—Ben Isaacson, analista del sector agrícola en Scotiabank