Un informe de la London School of Economics (LSE) presenta evidencia que podría cambiar el trato y sacrificio que se les da a animales como pulpos, langostas y cangrejos. El compendio de información respalda un proyecto de ley en Reino Unido, que de ser aprobado, catalogaría a los cefalópodos y decadópodos en el grupo de animales capaces de sentir dolor. Esto decantaría en un trato protegido por la ley para dichos animales.
Los pulpos y otros cefalópodos han estado protegidos por la ciencia durante años, pero no han recibido ninguna protección fuera de la ciencia hasta ahora.
—Jonathan Birch, autor principal del informe
La propuesta de ley se amplió después de que la LSE analizara más de 300 estudios donde encontró “pruebas científicas sólidas” de que las criaturas marinas pueden sentir dolor y angustia. La enmienda próxima a legislarse podrá liderar la protección de estos invertebrados que se han ignorado por mucho tiempo aunque su maltrato y tratos poco dignos sucedan frente a nuestro ojos.
No solo se trata de que se acepte a los animales como seres sintientes, sino que, de acuerdo con Birch, es necesario aplicar los principios que se aceptan para otros animales sensibles. El científico consideró que “el sacrificio humanitario requiere entrenamiento”, ya que la aprobación de la ley no provocará cambios drásticos en los restaurantes, como quitar las pinzas a los cangrejos o hervir a los animales en agua cuando aún están vivos.
El informe del LSE pide a los restaurantes y comercios no hervir a las langostas cuando aún están vivas sin antes haberlas aturdido, no vender decadópodos a manipuladores sin que estos tengan nociones sobre su manipulación y no quitarles las pinzas a los cangrejos. Sin embargo, no indica las maneras viables de manejo para matar cefalópodos como los pulpos.
Es común que como parte de la preparación de alimentos a base de pulpos, se les apalee, se les rebane el cerebro o se les asfixie para matarlos. Incluso en algunas recetas indica “asustar al pulpo” (meterlo en agua hirviendo) para contraer el músculo y ponerlo rígido. Algunos realizan esta práctica con el pulpo vivo, lo que puede considerarse como una forma de tortura animal. Desgraciadamente, las langostas corren con la misma suerte.
La cocina tiene mucho en juego, pues se enfrenta de golpe con dilemas morales, ya que algunos consideran que se deben proteger a los animales porque son seres que sienten y por la forma que se relacionan con los humanos (como un perro), pero tienen un desapego con otros como gallinas o vacas, que, aunque se conoce parte del proceso para obtener la carne, son juzgadas como “menos capaces de sufrir”. Según indica un informe de la Universidad de Furman, esto no pasa con otras especies como leones o delfines.
El documental de Netflix Lo que el pulpo me enseñó, ganador del Óscar, aportó una nueva visión de la especie, que poco se conocía de manera popular. Además, sensibilizó de una manera conmovedora a las personas por la forma fascinante que los cefalópodos viven y se relacionan, lo que contrasta con las granjas de pulpos industriales donde la calidad de vida de los pulpos se ve reducida.