Gracias a las herramientas digitales, investigadores pudieron reconstruir la cara del hombre neolítico al que le pertenece el famoso “cráneo de Jericó”. Mediante un proceso de reversión, el Museo Británico reveló la cara de un hombre cuyo cráneo tiene 9 mil 500 años de antigüedad.
El “cráneo de Jericó” es considerado el retrato más antiguo en la colección del museo, y hasta hace poco, el más enigmático: no tiene mandíbula y en lugar de ojos se observan conchas con relleno de arcilla tanto en las órbitas como en la nariz.
Ahora, gracias a la impresión en 3-D y la caracterización digital, además de técnicas de reconstrucción modernas, especialistas recrearon la cara del individuo al que perteneció este cráneo. Es el retrato de un hombre de unos 40 años, con la nariz rota.
Este cráneo es uno de siete calaveras neolíticas con ornamentos, encontradas por la arqueóloga Kathleen Kenyon en 1953, en Tell es-Sultan, el sitio arqueológico en la ciudad de Jericó. Esta fue una sensación arqueológica que le dio fama mundial a Kenyon.
“Ningún arqueólogo había encontrado una obra de arte de esa antigüedad”, dijo.
Las calaveras varían en detalles pero todas han sido moldeadas con arcilla para crear retratos personalizados, con características específicas como las orejas, las mejillas y las narices. Pequeñas conchas marinas representan los ojos, y algunas incluso tienen rastros de pintura.
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Aunque se cree que ese trabajo fue una especie de reconocimiento a sus ancestros, se sabe poco sobre qué significa y quienes son las personas a quienes se honró y que fueron inmortalizadas hace miles de años.
Los miles de años han borrado muchos detalles en la calavera, y hasta 2009 se pudo visualizar finalmente qué partes eran calavera y cuáles eran arcilla. El escáner reveló el cráneo de un adulto muy posiblemente hombre. El escáner mostró un agujero hecho en la parte de atrás del cráneo e incluso huellas digitales de quien selló el agujero con arcilla.
A partir de ahí, el escáner sugirió una nariz rota. Y el modelo en tercera dimensión lo confirmó, además de que mostró la severidad del daño. Usando la impresora de tercera dimensión, los expertos forenses reconstruyeron la musculatura facial, para obtener la cara que alguna vez tuvo ese cráneo.