Cómo no recordar esos bellos momentos en el jardín de niños, donde aprendíamos los números y las letras. En algunos casos aplicaba la frase “la letra con sangre entra” y vaya que les funcionó para aprender las 29 que estaban en el abecedario. Pero ahora habrá que tener presente una nueva modificación, pues la Real Academia Español (RAE) le ha dicho adiós a los dígrafos “ch” y “ll”, sacándolos del abecedario.
La RAE levantó un boletín en el que anunciaba sus nuevas modificaciones y una de las más notorias fue la eliminación de “ch” y la “ll” del abecedario. La Academia indica que la razón yace en que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, es decir, la combinación de dos grafemas o letras para representar un fonema o sonido.
El español, al igual que muchas lenguas, es representado en la escritura por grafemas con signos simples y en su combinación emiten otros sonidos que no corresponden a la representación individual de cada letra. Pero no debemos alarmarnos. Esto no quiere decir que desaparezcan de la escritura; su uso seguirá siendo el mismo, solo que ya no se considerarán dentro del abecedario, ahora solo se encontrarán 27 letras simples.
Esto no debe preocupar a los hispanohablantes, pues en la mayor parte de los sistemas educativos ya no se enseñaba la combinación de las letras dentro del abecedario. De igual manera, los diccionarios ya no hacen un apartado especial para la combinación “ch” y “ll”, sino que se incluye dentro de la “c” y “l”, respectivamente.
En el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, se decidió adoptar el orden alfabético latino universal y, desde entonces, se ha aplicado de esa manera.
Pero esta no es la única noticia que la RAE publicó recientemente sobre las 27 letras, la institución recomienda un nombre único para cada uno. En España, por ejemplo, la “v” es llamada “uve”, pero en América es “ve”, creando confusión porque tiene el mismo sonido que le “b” (be). Por ello comúnmente se le agregan a la “v” adjetivos como corta, chica o chiquita.
La sugerencia de un nombre único no quiere decir, de ninguna manera, que sea incorrecto llamarlo con su nombre popular en la región, pero sí que plantea una justificación para la elección de un nombre común en todo el ámbito hispánico. De esta manera, se pueden evitar confusiones en la enseñanza y práctica del español. Lo mismo sucede con otras letras como la “y” (ye), a veces denominada “i griega”; la “i” (i) nombrada en ocasiones como “i latina”; la “r” (erre) y la “w” (uve doble).
Por otro lado, la RAE aconseja descartar otras variantes denominativas como “ere” para “r” o “ceta”, “ceda” y “zeda” para la “z”. Estas nuevas reglas no significan “desaprender” lo que ya nos enseñaron, sino modificar y buscar una mejor comprensión en el uso de la lengua. Y, como en todas las lenguas, no es un proceso que se genere de la noche a la mañana, sino que los mismos hablantes estarán marcando la pauta.