La controversia levantada junto con las estatuas de Walter White y Jesse Pinkman en Albuquerque, Nuevo México, Estados Unidos, ha sido graciosa y de pena ajena por los argumentos ultraconservadores que pretenden censurar ese modesto reconocimiento a una serie que popularizó a la ciudad en el mundo entero.
El bloque conservador político de Estados Unidos se ha congregado alrededor de dos republicanos locales, Rod Montoya y Eddy Aragon, con apoyo de medios como Fox News, para oponerse a la exhibición de las estatuas en un centro de convenciones en el centro de la ciudad. Sin embargo, sus argumentos son tan ridículos que parecen bromas.
¿Porqué erigieron las estatuas?
Las dos estatuas de bronce de unos 227 kilogramos fueron comisionadas al escultor Trevor Grove por Vince Gilligan, el creador de Breaking Bad, y Sony Pictures Television, productora de la serie. Ambas estatuas fueron donadas a la ciudad de Albuquerque como un agradecimiento por su hospitalidad durante la realización de ya legendaria serie. A la develación del tributo, el 30 de julio de 2022, asistieron el alcalde de Albuquerque, el demócrata Tim Keller, Gilligan y los intérpretes de White y Pinkman, Bryan Cranston y Aaron Paul, respectivamente.
Tim Keller dijo que debido al impacto positivo que la popularidad del programa ha tenido sobre la economía local, las estatuas eran bienvenidas:
Aunque se trate de una historia ficticia, los trabajos que ha generado son reales. La ciudad también es un personaje en ‘Breaking Bad’ y así nos permite vernos a nosotros mismos desde distintos ángulos, buenos y malos, para hacer autocrítica.
El alcalde es fan
Notablemente, en su campaña para nominarse como auditor del estado de Nuevo México en 2014, Tim Keller se hizo promoción a través de un comercial con tema de Breaking Bad, usando el infame autolavado de la serie como elemento principal.
En el comercial presenta acusaciones de corrupción contra uno de los correligionarios de los principales detractores de las estatuas de White y Pinkman, Eddy Aragon, por evadir impuestos y ser fraudulento y negligente. Aquí se ve el aprecio de Keller por la serie y podría explicar parte de la aversión del bloque conservador por esta.
A leguas se veían venir las críticas
A pesar de que el reconocimiento a la obra televisiva fue hecho con las mejores intenciones y que solo podía reportar beneficios dada la gran popularidad y aceptación de las peripecias de White y Pinkman, que han atraído al turismo desde hace años, ya se sabía que iba a ser un tributo controversial.
El creador de la serie comentó durante la revelación de las estatuas que “hay a quienes no les va a gustar, pero en estas obras de arte yo veo a dos de los mejores actores americanos, en su personaje: figuras trágicas, famosas a nivel mundial, que nos cuentan una trágica historia de advertencia”.
Oposición
Eddy Aragon, un radiocomentarista ultraconservador que perdió en las elecciones por la alcaldía de Albuquerque frente a Tim Keller, es de los mayores opositores a la permanencia de las estatuas en espacios públicos de la ciudad. De hecho, ha dicho (equivocadamente) que “la ciudad está patrocinando” este indebido homenaje.
Por su lado, Rod Montoya asegura que este curso de acción es literalmente “tomar la decisión de glorificar a los productores de metanfetaminas”, como declaró en Fox News, la cadena televisiva que más ha apoyado a los detractores.
Honor a quien honor merece
Aragon reclama que los liberales están siendo incoherentes, pues según él, sus retractores piensan que glorificar a traficantes ficticios está bien, pero rendirle culto a esclavistas reales está mal. Ese tipo de argumentos demuestran el nivel al que está ocurriendo el debate.
El reclamo de Aragon tiene que ver con la reciente remoción del monumento a Juan de Oñate, conquistador y primer gobernador de Nuevo México, además de ser un conocido genocida y esclavista. Así, el político dice que cómo es posible que la gente aclame a los villanos de la tele, pero desprecian a los de la vida real. Y ese, irónicamente, es su argumento más sólido.
Otros exabruptos
Alineado con Aragon, el representante estatal republicano Rod Montoya también quiere a los protagonistas del drama “fuera de su territorio”. El político dice que está feliz con las contribuciones de las dos series y la película del universo Breaking Bad a la economía de la ciudad y del estado, pero no por sus contribuciones reales a la comunidad, pues no hay que olvidar que “en la tele eran malvados traficantes”.
Aragon, siguiendo su retórica engañosa, califica de documental al show, como si fuera algo malo. Además, dice que “refleja el estado de los problemas de tráfico de drogas en Nuevo México”, como si reflejarlo fuera “provocarlo”. Pero eso no es todo, pues responsabiliza a Jesse Pinkman y a Heisenberg de “la mala imagen de Nuevo México” en cuanto al problema de Estados Unidos con las drogas. Es obvio que el espejo que mencionaba Keller no es una herramienta de autocrítica para Montoya ni para Aragon, sino un motivo de vergüenza que debe esconderse.