Todos sabemos que los perros tienen la habilidad de percibir cosas que para nosotros pasan inadvertidas, ya sea por su increíble olfato o sus potentes orejas, lo cierto es que no está de más tener como compañero a un peludito. Por si todavía no te convences de adoptar uno, la historia de David Lindsay te terminará de persuadir.
Cierto día, David, un constructor jubilado de 64 años originario de Cambridge, Inglaterra, se echó un sueñito en el sofá sin saber que luego despertaría con el dedo gordo del pie mordisqueado hasta el hueso. El autor de la fechoría fue nada más y nada menos que su cachorro de bulldog Harley.
Inmediatamente, después de imaginar la escena, salta una sola pregunta a la cabeza: ¿Por qué el hombre no se despertó al primer mordisco? Bien, pues, ahí está el detalle. Inadvertidamente, el mejor amigo del hombre obligó a su dueño a ir al hospital a curarse las heridas que le causó para enterarse de que tenía dos arterias obstruidas.
David Lindsay, padre de cinco hijas y abuelo de 11 nietos, padece diabetes, lo que ocasiona, a la larga, aterioesclerosis o acumulación de placa en las arterias, que provoca la pérdida de sensibilidad en las áreas afectadas, lo que en jerga médica se conoce como neuropatía periférica.
En otras palabras, el cachorro de seis meses evitó que su amo perdiera la pierna, que estaba en peligro de amputación de no haber ido a revisión médica. Después de administrarle antibióticos por vía intravenosa, para evitar una infección por mordedura, los médicos despejaron las arterias y el flujo de sangre volvió a circular con normalidad.
Y si te preguntas qué pasó con Harley, la familia reconoció que le debían un favor al cachorrito, por lo que deshacerse de él nunca cruzó por su mente.
Tienes que reírte de eso. Me ha hecho un favor al morderme el dedo del pie.