Todos los demás te podrán juzgar, pero tu perro jamás. Aunque te hayas convertido en delincuente y tengas que pagar por tus malas acciones, el mejor amigo del hombre te estará esperando siempre, sea como sea, y eso es algo único.
Sheila es el nombre de una perrita que desde hace un año espera a su dueño afuera de la prisión en Buenos Aires, Argentina, y es una historia conmovedora que incluso ha tocado a los policías, aunque no para reducir la condena de tres años y medio del hombre, pero al menos sí para permitirle convivir con él.
El hombre fue detenido por participar en un asalto, y desde el primer día Sheila se sienta afuera de la prisión esperando que salga, por lo que ya se convirtió en parte de la familia de quienes trabajan en ese lugar.
Juan José Martiní, subcomisario de la policía, declaró a medios argentinos:
Lo cierto es que el día en que hicimos la detención y trajimos al chico a la dependencia, al rato Sheila se presentó y nunca se fue. Creemos que debe haber seguido al patrullero.
Desde el primer minuto Sheila, que tiene cuatro o cinco años, se plantó afuera del edificio. Enseguida se ganó el cariño de todos y hoy forma parte de la familia de la dependencia, tan integrada está que cuando el personal sale a recorrer las calles a pie ella los sigue.
Y agregó:
Acá todos la atienden y la cuidan, le dan de comer y agua. Como muestra del cariño que se ganó, hace un tiempo otro perro, un dogo, la atacó y la lastimó bastante. Enseguida el personal la llevó a una veterinaria donde la curaron y estuvo 15 días internada, y los gastos se cubrieron desde la comisaría.
Al ver el enorme cariño de esta perrita hacia el delincuente, decidieron darle libre acceso para que pase tiempo con él, e incluso algunas noches le permiten que las pase en la celda porque consideran que si bien el hombre se equivocó, ella no tiene por qué sufrir con la separación.
Al final, explicó el subcomisario, quienes terminarán sufriendo son todos los oficiales que ya se encariñaron de Sheila, cuando su amo salga en libertad:
Ella hoy está aquerenciada acá y supongo que cuando su dueño se vaya en libertad se irá con él; si eso ocurre, seguro que la vamos a extrañar.
Ni hablar.