Parece una cuestión de sentido común y de respeto natural, pero como eso no sucede, la Suprema Corte de Justicia en México ha decidido prohibir a las personas revisar el celular de sus parejas. Esto luego de un caso de divorcio en el que se revisó una conversación sin aprobación de la dueña de la cuenta.
A partir del 23 de mayo, en las leyes mexicanas queda establecido que nadie tiene el derecho a revisar el correo electrónico o cualquier otro medio, sin previa autorización.
Los miembros de la corte tomaron como base un largo juicio de divorcio, que inició desde 2007 en el que un hombre descargó e imprimió más de 343 correos de la cuenta de su esposa, en los que se leían conversaciones con el instructor de golf del condominio donde vivían, con quien supuestamente le era infiel.
El hombre pretendió usar estos correos como pruebas de la infidelidad de su mujer, y así lograr un acuerdo a su favor en la separación, pero luego de tantos años, apelaciones, litigios y demás, esto no pudo funcionar como esperaba.
Independientemente del contenido, resolvió la Corte, este tipo de situaciones deben rechazarse como prueba, ya que, en este caso, fueron obtenidos sin el consentimiento de la dueña de la cuenta, es decir, de forma ilegal. Ante esto, las autoridades manifestaron:
Se determinó que está prohibido grabar, almacenar, leer o registrar, sin el consentimiento de los interlocutores, una comunicación ajena.
Sustraer o apoderarse de correos electrónicos ajenos, sea entre cónyuges o miembros de la misma familia, es contrario al derecho fundamental a la inviolabilidad de las comunicaciones privadas. ADR 1621/2010 🔗 https://t.co/2HzXaKYPVI pic.twitter.com/x6P5c4Nqst
— Suprema Corte (@SCJN) May 23, 2019
Arturo Zaldívar, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia, quien presentó la ponencia sobre este tema, subrayó:
En definitiva, todas las formas existentes de comunicación y aquellas que sean fruto de la evolución tecnológica, deben quedar protegidas por el derecho fundamental a la inviolabilidad de las comunicaciones privadas.
Ya lo sabes, tu pareja no tiene derecho (bueno, nunca lo ha tenido) a revisar tus conversaciones, y además no tendrán ningún efecto legal en caso de que encuentren “algo” que te pueda incriminar, como en el ejemplo presentado, en una infidelidad.