La Universidad de Oxford y AztraZeneca anunciaron hace poco que suspendían los trabajos en el desarrollo de su vacuna contra el Covid-19, lo que desalentó a muchos en el mundo, pues se esperaba que fuera la solución a la pandemia. Dentro de las pruebas que habían aplicado, una mujer presentó inflamación en la médula espinal como una posible consecuencia de la vacuna, además de que en julio ya se habían interrumpido al detectarse el caso de un voluntario que fue diagnosticado con esclerosis múltiple luego de que le aplicaron la vacuna.
Un grupo de expertos y la Agencia Reguladora en Reino Unido le han dado luz verde de nuevo a este proyecto de vacuna para que se siga probando, esto, después de analizar el caso de la mujer, aunque no se han dado detalles por “confidencialidad”. Sin embargo, se filtró la información de que la investigación determinó que la vacuna no tuvo qué ver con la inflamación en la médula y esto ocurrió “por coincidencia” con el tiempo en que fue vacunada.
La vacuna se compone de un adenovirus presente en el resfriado común, que se obtiene de chimpancés, y luego se combina con una modificación genética del SARS-CoV-2, para que el sistema inmune no permita que se desarrolle la enfermedad. La universidad manifestó a través de un comunicado que es lógico que de entre los 18,000 voluntarios haya algunos que “se encuentren mal”, con otros padecimientos, por lo que se debe analizar cada caso para descartar que sea la vacuna la responsable de algún daño.
Actualmente se sabe de 35 vacunas experimentales que están desarrollándose alrededor del mundo, de las cuales la de Oxford y AztraZeneca es la que más adelanto lleva, además de la que está desarrollando Rusia, pero no son pocos los que señalan que no cumple correctamente con los protocolos necesarios, lo que parece que se ha convertido en un tema más político que de salud, pero lo que realmente importa es que sea quien sea encuentre la solución a la pandemia.
En este tipo de pruebas, coinciden varios expertos, es natural que se presenten casos en los que haya reacciones adversas, lo que sirve para garantizar el correcto funcionamiento de la vacuna, y por supuesto, se debe indagar a fondo sobre lo que origina la reacción, ya que los compuestos pueden estar contraindicados en ciertas personas, o bien, descartar que se trate de una consecuencia de haber sido vacunado. Por supuesto, no es un proceso nada sencillo.
Salvo los casos mencionados, la revista médica The Lancet publicó resultados optimistas sobre esta vacuna, ya que de mil voluntarios a los que se les aplicó en Reino Unido, todos mostraron una buena respuesta inmune y sin efectos graves que pudieran considerarse adversos. Actualmente ya se llegó a 18,000 aplicaciones, por lo que se decidió continuar con la fase de ensayo, antes de que se pueda distribuir para su libre aplicación entre los ciudadanos.
Varios países están haciendo pedidos de esta y otras vacunas, para garantizar que en cuanto se confirme la efectividad de alguna de ellas se puedan distribuir entre la población, y en el caso de la Comunidad Europea ya le encargó 300 millones de dosis a Oxford, y en conjunto Europa tiene “apartadas” 1’300,000 dosis de seis vacunas diferentes, y claro, el que ya se tengan pedidos es también una de las razones principales para que la universidad y AztraZeneca continúen con el desarrollo de su vacuna, pues será un enorme negocio.