El 5 de mayo ya no solo marca la victoria del ejército mexicano en la Batalla de Puebla, sino que también queda inscrito como el día en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el final de la emergencia sanitaria por el covid-19, que asoló y dejó prácticamente congelado al mundo por tres años, que solo con pasos cortos y calculados pudo volver a ponerse en marcha.
Aunque varios gobiernos había estado levantando las medidas de precaución y combate a la diseminación de la infección, el 5 de mayo de 2023 se dio por concluido el estado de emergencia generalizado que la influencia de la enfermedad había impuesto. La existencia del covid-19 se consideró una emergencia desde el 30 de enero de 2020 y hoy, el director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus anunció el final del estado de sitio viral.
El anuncio oficial: esperando un mundo mejor
Por más de un año, la pandemia ha seguido un patrón de disminución pronunciado, que ha permitido que la mayoría de los países pudieran regresar a un ritmo de vida tal y como conocieron antes de la emergencia sanitaria desatada por el covid-19. Ayer, el 4 de mayo de 2023, el comité de emergencia que discutió las opciones frente a la catástrofe sanitaria mundial que representaba el covid-19 se reunió por quinceava vez para hablar sobre el coronavirus y recomendó que declarara el final de la emergencia internacional a la salud pública, y estoy de acuerdo con ellos: ya terminó.
La decisión del Comité de Emergencia del Reglamento Sanitario Internacional determinó que la emergencia como tal había terminado. La epidemiologa Maria Van Kerkhove dijo que “el covid-19 seguirá provocando olas de infecciones, pero tenemos esperanzas de que las herramientas que hemos implementado para contenerlas nos ayuden a evitar futuras y más graves diseminaciones o una nueva y más severa enfermedad”. Así, el coronavirus llegó para quedarse, pero su combate directo ya no es una emergencia global.
Tres años de terror en cifras
Con 750 millones de casos reportados a lo largo y ancho del mundo, de entre los que 6.8 millones resultaron en muerte, la pandemia fue una crisis de salud pública sin precedentes en la historia reciente de la humanidad, que desató pánico entre las poblaciones e incluso fenómenos de violación a derechos humanos alrededor del mundo por las respuestas, así como estrés psicológico por el distanciamiento social.
Gobiernos e individuos no alineados con ningún estado actuaron de modos que ayudaron a combatir la crisis, pero algunos también crearon desinformación, dificultando y alejando el final de la crisis. La pobreza y la brecha entre clases sociales se agudizó: alrededor de 114 millones de personas perdieron su empleo por la emergencia. Claro, los niveles de contaminación en algunas áreas industriales bajaron, pero, en general, la emergencia sanitaria fue una época de dificultades que esperamos no tener que sufrir de nuevo, al menos no con tanta intensidad.
La OMS aún con la guardia alta: Nada de sanseacabó
Todavía existe una amenaza a la salud allá afuera y lo vemos todos los días en la evolución del coronavirus: en términos de su presencia global, su evolución continua y la forma en que vulnera a nuestras comunidades, así que el virus sigue aquí y durante la historia las pandemias solamente terminan realmente cuando una nueva pandemia inicia, lo cual es terrible, pero es la realidad.
Uno está tentado, con esta panorámica, a decir “bueno, ya estuvo eso del covid”, pero el levantamiento del estado de emergencia viene con una advertencia y una proyección más que cauta sobre lo que podría ser el futuro de la salud mundial, tanto respecto al covid-19 como a la aparición de sus variaciones, enfermedades nuevas y otras posibles catástrofes sanitarias. Así, en este momento de “menor riesgo”, lo que resta es ir preparándonos para que la siguiente pandemia no nos agarre desprevenidos.