¡Cómo no se nos ocurrió antes! Un niño en Monterrey, Nuevo León, México creó un nuevo mercado jamás visto: la venta de amigos imaginarios. Pero el problema está en que estos amigos no aceptaban billetes imaginarios, sino solamente dinero real. El precio de cada amigo era de 20 pesos y en un día, el pequeño emprendedor llegó a ganar 500 pesos debido al poder de su imaginación.
Jorge tiene apenas siete años, aunque la edad no significa nada para esta mente que diseñó amigos imaginarios personalizados para sus compañeros de escuela. Se trata de un pequeño con impulso empresarial, pero más importante, con una imaginación propia de un artista y las facultades de un ingeniero industrial.
El método de Jorgito, a medio camino entre la estafa y la genialidad, consistía en fingir que hablaba con amigos imaginarios y luego se los presentaba sus compañeros de clases y los vendía. Su padre aseguró que Jorge es fanático del programa Shark Tank en el que Arturo Elías Ayub y compañía se dedican a invertir en compañías incipientes, siempre buscando la propuesta de negocios más original y rentable.
El pequeño Jorge decidió aplicar sus dotes de negociante e inversor para vender productos de su imaginación, cosa que en verdad hubiera aterrorizado a filósofos como Sócrates o Platón y en otra era hubiera sido tachado de sofista (y con un poco más de edad hubiera sido acusado de fraude). De hecho, quizá Jorge sea el sofista más versado desde hace siglos, pues con su idea comercial subvirtió y pervirtió una caricatura tan maravillosa como Mansión Foster para amigos imaginarios.
La aventura comercial de Jorge acabó cuando las autoridades del colegio se enteraron del negocio y llamaron a sus padres, pero los 500 pesos seguramente ya los invierte en otro proyecto igual de exitoso. Debido a lo genial e increíble del caso, Jorge se volvió viral y muchos internautas aplauden su mentalidad de tiburón.
Pero insistimos en que hay algo más loable en su capacidad para imaginar y también algo medio turbio en la venta de lo que se supone jamás tendría precio. Ahora enfrenta cargos por fraude y extorsión, pero, claro, estos también son invisibles e imaginarios.