Los libros y la inventiva humana siguen estando muy de la mano, la prueba la da este niño senegalés que a través de un libro consiguió construir por él mismo un telescopio con el que ahora puede ver la luna y hasta los anillos de Saturno. Malick Ndiaye es el jovencito que aplicó los recursos a su alcance para lograr ver las estrellas.
Todo comenzó hace años, cuando Abdou Diouf era el presidente de Senegal y el padre de Malick era su chofer oficial. Luego de que Diouf durara en el poder más de tres periodos, es decir, desde 1981 hasta el 2000, perdió las últimas elecciones y se retiró a París, pero antes de irse le regaló al padre de Malick una enciclopedia de varios volúmenes llamada Tout l’univers (Todo el universo, en español).
A los ocho años, por esta colección, el jovencito senegalés comenzó a enamorarse del firmamento y los cuerpos celestes que en él habitan. Debido a las buenas ilustraciones de los libros, Malick, ya con 13 años, consiguió fabricar su propio telescopio para observar el cielo. Además, aprendió a dibujar sus propios mapas de la bóveda celeste.
La madre del pequeño cuenta cómo Malick armó su telescopio en solo dos semanas con latas de refresco, alambres, madera y los viejos cristales de los lentes del padre. Luego, un día en el que observaba el cielo fuera de casa, pasó un trabajador que le preguntó por el extraño artefacto y Malick le dijo que era un telescopio, entonces el hombre le tomó fotos junto a su invento y pronto se volvió viral.
Cuando enfoqué al cielo nocturno y vi los detalles de la superficie de la luna me pareció que podía tocarla con la mano. Un día estaba en la puerta de casa y pasó un hombre que trabajaba en la obra de la carretera. Me preguntó si era algo de topografía y le dije que no, que era un telescopio que me había fabricado yo mismo. Entonces me hizo fotos y un video y los subió a Facebook.
La popularidad del niño explotó y pronto su madre comenzó a recibir llamadas de diferentes periodistas que querían conocer de cerca la historia de Malick, pero ella no quería que esto distrajera a su hijo de los estudios y temía que los humos se le subieran o que lo descontrolaran.
Empezaron a llamarnos y vinieron periodistas. No quería que Malick se despistara con este asunto, él tiene que seguir con sus estudios y todo este revuelo me preocupaba.
Sin embargo, la madre accedió a las entrevistas luego de que el científico senegalés Maram Kaire, que colabora con la NASA, se pusiera en contacto con ellos. Al profesor le sorprendió tanto la historia de Malick que le regaló un nuevo telescopio con la condición de que le construyera una base.
Me llegaron mensajes desde todos lados. Cuando pude ver el video me recordó a mí mismo cuando era niño y pensé en todos los esfuerzos que hacemos para divulgar esta ciencia. No dudé en reaccionar porque sé lo difícil que es contemplar las estrellas sin un instrumento adecuado, tener una pasión y no poder desarrollarla. Hablé con la madre de Malick y le ofrecí un telescopio con el desafío de que él tenía que construir el trípode. Tardó una semana en fabricarlo con maderas y ya lo tiene en casa.
Malick, un niño de Mbacké, una ciudad pequeña de Senegal, tiene un futuro prometedor, pues, sin duda, su interés y curiosidad inagotable por los misterios del universo le deparan buenas cosas. Por lo pronto, ya ha conocido a Maram, que es el presidente de la Asociación Senegalesa Para la Promoción de la Astronomía y que de seguro lo apoyará en su pasión por el universo.