Felix Finkbeiner, un adolescente que inició a los 9 años un proyecto de plantar árboles con la intención de restaurar los bosques del mundo, está en camino a sumar más de 14 mil millones de árboles plantados en todo el planeta, gracias a la organización que fundó y a las Naciones Unidas.
Felix tiene actualmente 19 años, y la organización que fundó, llamada “Plant-for-the-Planet” está a punto de alcanzar esa increíble cifra. Los 14 mil millones (billones en inglés) de árboles han sido plantados en 130 países en todo el mundo. El grupo además se ha propuesto la meta de un millón de billones (trillón en inglés), el equivalente a 150 árboles por cada habitante en el planeta.
Finkbeiner tiene actualmente 19 años. Ha hecho mucho más que cualquier activista para reclutar a niños y jóvenes en un gran movimiento por el cambio climático. Su organización tiene un ejército de 55 mil “embajadores de la justicia climática”.
Este ejército ha entrenado en talleres de un día, para convertirse en activistas climáticos en sus lugares de origen. La mayoría son niños pequeños de menos de 12 años de edad.
“Felix es una combinación de inspiración y acción”, dice Thomas Crowther, un ecologista que lleva a cabo la cuenta y que trabaja en la universidad de Yale. “Mucha gente es buena en alguna de esas cosas, pero Felix es realmente bueno en ambas”.
Felix incluso ha sido invitado a hablar ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Felix se paró frente a todos, con sus lentes de Harry Potter, una sudadera gris y un corte de pelo a la moda, con la sombría pregunta sobre el cambio climático.
“Nosotros los niños sabemos que los adultos son conscientes de los retos y que saben la solución”, dijo. “No sabemos porqué hay tan poca acción al respecto”.
Los niños, dijo, tienen tres posibles explicaciones. Una, es la diferencia de perspectivas sobre el futuro. “Para la mayoría de los adultos, es una cuestión académica. Para nosotros los niños, es una cuestión de sobrevivencia”, dijo. “El año 2100 todavía está en nuestro periodo de vida”.
Otra explicación, es la negación. La tercera posibilidad es la del pensamiento corto, la parábola sobre los monos, en la que
“Si dejas a los monos escoger entre un plátano ahora o seis plátanos más tarde, escogerá el plátano ahora”, dijo. “A partir de aquí, los niños entendemos que no podemos confiar en que los adultos solos salven nuestro futuro. Para hacerlo, tenemos que tomarlo en nuestras manos”.
Al momento de este discurso, Finkbeiner tenía 4 años de haber empezado esta empresa ambiental. Desde entonces, la red global creció exponencialmente entre niños de todo el mundo. Esta idea, fue resultado de una tarea de cuarto grado en su escuela, en Uffing am Staffelsee, al sur de Munich. El tema era el cambio climático, y para él, el cambio climático significaba una amenaza a su animal favorito, el oso polar.
Cuando investigó en Google, encontró las historias de Wangari Maathai, una mujer de Kenia cuya heróica campaña por recuperar su ecosistema resultó en plantar 30 millones de árboles, y por lo cual recibió el Premio Nobel en 2004.
Crowther señala que una pregunta básica del niño no tenía respuesta, y era: ¿Cuántos árboles hay en el mundo? Hasta entonces, nadie lo sabía. Eso impulsó a Crowther y su equipo para averiguarlo. Luego de un estudio de dos años, se estimó que hay tres mil billones de árboles (tres trillones en inglés), pero se pierden 10 mil millones cada año.
El número de árboles es la mitad de lo que había al inicio de la agricultura, estiman. Así que plantar mil millones de árboles es un buen intento pero no es suficiente.
“Pensé que se iban a desanimar, pero dijeron, ‘está bien, vamos a plantar más’. No dudaron, están contactando a gente multimillonaria de todo el mundo. Es increíble”, dijo.
Plantar más árboles significa plantar mil billones de árboles (un trillón en inglés). Estos árboles podrán absorber 10 mil millones de toneladas de dióxido de carbón al año, lo cual le comprará tiempo a la humanidad para decidirse a reducir las emisiones de carbón.
“Vamos a ser víctimas del cambio climático. Es de nuestro interés hacer que los niños actúen”, dijo. “Al mismo tiempo, no creo que podamos darnos el lujo de rendirnos con esta generación de adultos y esperar 20 0 30 años para que nuestra generación llegue al poder. No tenemos tanto tiempo. Todo lo que podemos hacer es guiarlos en la dirección correcta”.