Las nuevas generaciones están marcando las nuevas pautas de consumo. No hay duda que, conforme avanza el tiempo, los jóvenes que vienen una generación atrás marcan intereses muy diferentes a sus antecesores. Sus conceptos del éxito son muy dispares.
Ser dueños de apartamentos y/o un automóvil representaba un alto estatus social, éxito ante las masas; sin embargo, a un número creciente de jóvenes considerados Millennials ya no le interesan mucho estas frivolidades.
Una nueva investigación en EU descubrió que ahora se están convirtiendo en la generación de los “inquilinos”. Ya no les interesa comprar cosas caras. ¿Porqué ocurre esto? Las empresas comienzan a ver esto con preocupación y con este cambio de paradigmas.
Diferente concepto del éxito
La crisis financiera es una de las causas, afirman algunos sociólogos. Los jóvenes modernos tienen temor hacia los grandes o serios préstamos. Otra causa más dominante es que esta generación tiene otros valores muy diferentes a los de sus padres.
Su concepto del éxito ha cambiado, ahora consideran que las personas exitosas no compran propiedades, mejor las alquilan. Invierten su dinero en experiencias como viajar, practicar deportes extremos y crear nuevas empresas.
Ya no quieren prosperidad ni estabilidad, sólo horarios flexibles, independencia financiera y geográfica; es decir, sin ataduras y con la libertad de viajar a donde mejor les parezca.
Las cosas materiales no son importantes
Antes de pensar en comprar un auto, consideran mejor un taxi con la bondad de chofer personal, y resulta más barato que comprar un vehículo propio.
Ahora valoran demasiado viajar, vacacionar, por eso prefieren aventurarse en todo el planeta a través de Airbnb antes que comprar una casa por muy bonito que sea lugar. No tienen por qué pagar más por comprar que por alquilar en cualquier país que amen.
No saben cuánto tiempo vivirán en un lugar. O asumen una hipoteca de hasta 40 años por una casa o aceptan el hecho de que pasarán toda su vida en un lugar alquilado.
Ellos consideran la probabilidad de cambios laborales. Si alquilan nada les impedirá moverse más cerca de sus nuevos trabajos. Actualmente los jóvenes modernos cambian de trabajo cada tres años en promedio, según Forbes.
Concepto de propiedad es irrelevante
Nadie más ha explicado mejor este fenómeno como el columnista de The Atlantic, James Hamblin:
“En la última década, los psicólogos llevan a cabo una gran cantidad de investigación que demuestra que, en términos de felicidad y un sentido de bienestar, gastar dinero en nuevas experiencias es mucho más rentable que comprar cosas nuevas. Se trae más alegría”.
Experiencias para hacer amigos
La felicidad es un valor incalculable para los Millennials, saben que la interacción social es importante para ser felices, por eso siempre tratan de tener muchos amigos y hablar con los demás.
Pero ¿qué prefiere la gente escucharte decir? ¿a caso tu aventura en un país salvaje o el número de apartamentos que has comprado?
Hamblin insistía en el tema:
“Resulta que las personas no les gusta escuchar mucho sobre las posesiones de otras personas, pero sí les gusta oír ese momento cuando vio Vampire Weekend”.
Recuerda que hasta una mala experiencia puede convertirse en una buena historia. Las cosas materiales no.
Comprar cosas provocan preocupaciones
Lo Millennials consideran que comprar cosas, y más si son caras, sólo causan preocupaciones. Sucede con el automóvil cuando suena su alarma en la calle, además el riesgo de rayones, descomposturas o hasta accidentes.
También ocurre si compran una casa y la llenan de artículos costosos, se quedan con el miedo de sufrir un robo y hasta descomposturas de objetos como una TV después de un año de uso. Pero nadie puede quitarle las experiencias que viven.
Cada compra enfrenta la devaluación
Los padres de esta generación se enfocaron en comprar una casa y automóvil, eso no les permitió viajar tan a menudo como ahora lo hacen los Millennials. Se negaron a tanta diversión; hasta tuvieron pocas oportunidades de emprender un negocio.
Sin embargo, cada una de sus compras se enfrentaba al fenómeno de la devaluación, ya sea una casa, un apartamento y, por supuesto, un coche. Y si a eso le agregas el riesgo de sufrir una fuerte crisis, la caída del precio es peor.
En contraste, las experiencia vividas son lo único que importa, ya que no bajan de precio y no hay riesgos de robos.