Es común que la gente tienda a pensar que si un adolescente escucha música un poco agresiva, sea considerado un profanador de tumbas, un anticristo, un anarquista violento, un adorador de Satán, pero resulta que puede ser lo opuesto. Una persona de lo más saludable.
Según un nuevo estudio llevado a cabo por psicólogos australianos, llamado “Contextualizando la salud mental de los jóvenes metaleros: Una comunidad para la protección social, la identidad y el empoderamiento musical”, desvela el mito de los metal heads. Los conductores del estudio, Paula Rowe y Bernard Guerin, dicen en el abstract:
“Las identidades metaleras son popularmente representadas como causantes de problemas mentales con poca evidencia. Documentamos los contextos de la comunidad alrededor del metal y el bienestar, hablando con los jóvenes metaleros directamente. Tuvimos charlas informales con 28 australianos que se identificaban fuertemente con el metal, en edades entre 18 y 24 años, 5 mujeres y 23 hombres. Y encontramos que las identidades metaleras y la comunidad los protegía de problemas mentales”.
Aunque es una muestra pequeña, los investigadores encontraron que el metal era una influencia positiva en los jóvenes, particularmente cuando una comunidad real o imaginaria relacionada con el género, era parte del jóven.
Notaron cuatro factores que todos los individuos tenían en común cuando hablaban sobre el bien que les hacía la música: todos eran abusados o marginados en el sistema educativo, y sentían que el metal les daba una comunidad, al identificarse con las letras y la música de metal cuando se sentían aislados, pensar en que tenían una “identidad metalera”, les permitió vencer a los abusivos, detractores y a otros, y a encontrar grupos de amigos.
El estudio concluye, que para los sujetos en estudio, el metal y asumir que eran fans del metal, los ayudaba a mantenerse alejados de problemas mentales potenciales.