Si crees que vives al límite y que nadie te gana a la hora de la intimidad, espera a que veas esto y te vas a dar cuenta de que no eres más que un simple aprendiz. De acuerdo a la revista Zootaxa, el marsupial antequino de cola negra (Antechinus arktos) tiene tanta actividad sexual con su pareja que termina por morir, y de hecho esto tiene un nombre científico: reproducción suicida. No es mentira.
Estos animalitos, que son muy parecidos a los ratones y pertenecen a la familia Dasyuridae, tienen una actividad reproductiva tan frenética que mueren antes de alcanzar un año de vida, ya que los altos niveles de hormonas que liberan en la sangre se vuelven peligrosos y terminan por afectar su organismo.
Además, esta especie sacrifica tiempo de alimentación y sueño para seguirse reproduciendo. Al pasar semanas viviendo de esta manera el colapso es inevitable, ya que el sistema inmunológico se vuelve muy débil, por lo que están expuestos a virus, infecciones y cualquier enfermedad, y terminan por morir.
Además de hacer que subsista la especie, este comportamiento sirve como competencia entre los machos y, por supuesto, para que su ADN llegue a la mayor cantidad posible de hembras y con ello garantizar que los mejores genes se transmitan a las nuevas generaciones, aunque el precio sea la vida.
Andrew Baker, de la Universidad de Tecnología de Queensland, explica que estos marsupiales pasan entre 12 y 14 horas diarias en sus labores de reproducción, por lo que después de unos 11 meses prácticamente se ha convertido en un zombi y finalmente les llega la muerte… ¡Ah! Pero eso sí, como todo un héroe.
Este comportamiento se ha repetido desde hace millones de años, así que la próxima vez que quieras presumir sobre el semental que crees que eres, piensa un poquito en que uno solo de estos pequeñines en 11 meses tiene mucha más actividad íntima que la que tú y todos tus amigos juntos durante toda su vida.