Un tribunal antiterrorista en Pakistán condenó a muerte a un hombre por presuntamente cometer blasfemia en Facebook, pues tal parece que hizo una referencia despectiva sobre el Islam y el profeta Mahoma, y las leyes de ese país indican que cualquiera que sea hallado culpable de insultar al Islam o a otras figuras religiosas puede ser condenado a muerte.
Shafiq Qureshi, fiscal de Bahawalpur, en la provincia oriental de Punjab, dijo que Taimoor Raza, de 30 años, fue sentenciado luego de ser arrestado por publicar contenido ofensivo sobre los líderes sunitas en la popular plataforma de redes sociales.
Qureshi agregó que Raza pertenece a la comunidad chiíta minoritaria, y en la corte se le acusó de difundir un discurso de odio contra la secta Deobani, que se adhiere a una escuela estricta del Islam sunita.
Es raro que un caso de blasfemia sea oído por un tribunal de lucha contra el terrorismo; sin embargo, el caso de Raza pertenece a esta categoría debido a su hoja de acusación, que incluye delitos de lucha contra el terrorismo relacionados con discursos de odio.
Este no es el primer caso, pues la policía del país arrestó el año pasado a 15 personas, 10 musulmanas y cinco no musulmanes, por cargos de blasfemia, según un informe emitido por la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán.
En 2014, una pareja cristiana fue declarada culpable de enviar un mensaje de texto al líder de la mezquita local, insultando al profeta.
La blasfemia es un tema altamente sensible entre la mayoría musulmana de Pakistán, insultar al profeta Mahoma es un crimen capital por el cual muchas personas están esperando la muerte. Las acusaciones por sí solas pueden ser suficientes para provocar un alboroto en masa y la aplicación de la justicia popular.
Las leyes de blasfemia de Pakistán constituyen una violación de los derechos humanos, y se utilizan a menudo contra las minorías religiosas, según un nuevo informe de Amnistía Internacional (AI).
Audrey Gaughran, director de temas e investigaciones por la caridad de AI, dijo:
Una vez que una persona es acusada, se enredan en un sistema que les ofrece pocas protecciones, los presume culpables y no los protege contra las personas que están dispuestas a usar la violencia.
No es raro que los conflictos entre las comunidades chiítas y sunitas se acentúen de vez en cuando en el Pakistán de mayoría suní, con algunos grupos suníes extremistas como Lashkhar-e-Janghvi tratando de explotar las tensiones sectarias.
Otros incidentes violentos relacionados con la religión han causado preocupación entre activistas y grupos de derechos humanos en los últimos meses en Pakistán, pues en abril de 2017, Mashal Khan, un estudiante de la universidad Abdul Wali en Mardan, fue golpeado hasta morir luego de un debate sobre religión.
Todo sucedió en la universidad al noroeste de Pakistán, donde Khan fue capturado en su dormitorio por una turba que lo desnudó y le golpeó hasta morir. Después del linchamiento, la directiva del instituto lanzó una investigación sobre la supuesta blasfemia en lugar de investigar el asesinato.
El caso ha despertado alboroto en un país donde las leyes de blasfemia son a menudo mal utilizadas para la venganza o el beneficio personal.