El vínculo que se puede establecer entre un humano y un ser de otra especie puede ser increíble. Lo vemos diariamente con los perritos, que son quizá la especie más cercana a los hombres, pero esto no quiere decir que sean los únicos, incluso se puede dar la amistad con animalitos que son considerados salvajes y peligrosos.
Nadie en su sano juicio se acercaría a una leona adulta para tratar de darle un abrazo, pero eso es algo que Valentín Gruener hace sin ningún problema y no porque esté loco, sino por el enorme amor que hay entre él y Sirga, la leona a la que ayudó desde que era una cachorrita y que ahora lo considera como su padre.
En 2012, Sirga fue abandonada por su madre debido a que estaba enferma. Cuando Valentín la encontró, la cuidó y la llenó de abrazos, algo a lo que la cachorrita se acostumbró. Además de ver a este hombre como su cuidador, comenzó a verlo como su amigo, compañero de juegos y como a un padre.
Los padres de Sirga fueron capturados y llevados a un campo de rehabilitación, pero la madre ya no quiso alimentar a la cachorrita, lo que sin duda la hubiera llevado a la muerte de no ser por los cuidados de Valentín, quien la llevó al refugio Modisa Wildlife Projecto, en Botswana, del cual es cofundador.
Ya pasaron nueve años desde el primer encuentro y el amor entre estos dos continúa, porque Sirga todos los días abraza a Valentín y frota su ahora enorme cabeza con el cuerpo de su amigo, tal como lo hace un gatito doméstico cuando quiere demostrar su afecto.
Supongo que Sirga piensa en mí como un mejor amigo. Le encanta darme un gran abrazo. Ella frota mucho su cabeza contra la mía, como un gato doméstico. Sirga nunca ha sido agresiva conmigo, pero tengo un gran respeto por el poder que tiene. Estoy seguro de que ella sabe que soy muy diferente.
-Valentín
A Sirga le encanta estar en sus 2000 hectáreas conmigo, cazar es su actividad favorita, pero no tanto la parte de matar, sino acechar a los animales en silencio y luego darles una buena persecución. A menudo ni siquiera llega a la persecución y Sirga simplemente acecha de cerca y nos sentamos y miramos mientras los animales no tienen idea de que estamos allí, ese es su momento favorito, creo. También le encanta ponerse de pie sobre sus patas traseras y darme un gran abrazo cada vez que la veo.
No cabe duda de que esta es una gran relación que nos demuestra lo felices que pudiéramos vivir entre todos los habitantes de este planeta si nos respetáramos y no hiciéramos otra cosa más que amarnos y cuidarnos.