Esta historia llena de tristeza se dio en uno de los lugares donde la gente suele ser feliz: una heladería. El protagonista era un hombre de edad avanzada dedicado al atraco. Así, llegó al establecimiento que estaba a punto de cerrar y, con cuchillo en mano, exigió todo el dinero de la caja registradora, lo que no sabía era que la cajera, a pesar de haberle dado la pasta, sería de mente ágil y lo dejaría atrapado.
Las cámaras de seguridad fueron las que captaron todo el hecho y dicen que soltaron dos lágrimas. El hombre aprovechó que la tienda cerraba y se encontraba sola para amenazar a la cajera con un cuchillo. Sin embargo, la empleada reacciona pronto y al alejarse para ponerse en un lugar seguro, ve que la cortina del local se encuentra a medio cerrar, entonces sale y baja la cortina, dejando al criminal solo con su soledad; el dinero en su poder, pero sin poder escapar.
Minutos después, las fuerzas policiales llegaron a la heladería solo para encontrar a un hombre ya resignado desde hace muchos años, que ya había aceptado su destino, y que no opuso resistencia. Al contrario, como buen estoico, le da una última calada a su cigarrillo y se deja esposar en una escena de sentido dramatismo y orgullo desvencijado.
El video se ha vuelto viral y los comentarios de los internautas han bautizado este robo como el atraco más triste de la historia, pues no hay nada peor que te dejen contigo mismo, que tener que aguantarte a ti mismo en el vórtice de las posibilidades, pero sostenido en el vacío de las emociones ya trastocadas. El ladrón ni siquiera se dio el tiempo de tomar algún helado de los refrigeradores y tampoco rompió nada. Parece que, de algún modo, esperaba ese día; ese mal momento tanto tiempo fantaseado.
Ladrón encerrado en heladería pic.twitter.com/51WZaamEC3
— Andrés Guzmán Pérez (@AndresGuzman_92) September 21, 2022
La inteligencia de la empleada ha sido aplaudida en redes sociales, pues tuvo la rapidez y claridad para estafar al estafador. Pero es cierto que hay algo triste en la actitud del ladrón porque en toda aceptación del cruel destino hay tragedia y un heroísmo vencido, esa mezcla es lo que solemos llamar tristeza. Sí, bueno, ¿quién tiene hambre?