Inky, un pulpo del Acuario Nacional de Nueva Zelanda, escapó del tanque en el que se encontraba, cruzó por el piso hasta el desagüe, y regresó de vuelta al océano.
El personal del acuario se dio cuenta de que les faltaba este inquilino, y cuando encontraron huellas de ventosas sobre el piso, resolvieron esta misteriosa desaparición.
Inky le dijo adiós a su tanque a través de un hueco abierto que dejaron los trabajadores de mantenimiento en la parte superior de su recinto y, como evidenciaron las huellas, se abrió paso a través del piso hasta llegar a un desagüe ¡de 15 centímetros de ancho!
Este pulpo acomodó su cuerpo de tal forma que pudiera pasar a través de este desagüe -los pulpos son muy maleables-, dijo el director del acuario, Rob Yarrall, y de ahí terminó en el Océano Pacífico.
“Se las arregló para hacer su camino por uno de los orificios del drenaje que van de nuevo al océano. Y se fue. Y ni siquiera nos dejó un mensaje”.
El escape del cefalópodo tuvo lugar hace tres meses, pero apenas se hizo público. Inky, quien ya tenía cierto renombre local en la ciudad costera de Napier, se convirtió rápidamente en una celebridad mundial por su escape y fue ovacionado por su acto rebelde.
El pulpo rebelde estaba en el acuario desde 2014, cuando lo atraparon pescando cangrejos de río, con el cuerpo lleno de cicatrices y sus brazos heridos. El nombre del pulpo fue elegido en un concurso organizado por el Ayuntamiento de Napier.
¡Él es Inky, cuando todavía era inquilino de este acuario!
Esta no es la primera vez que un pulpo en cautiverio decide tomar el asunto en sus propias manos -perdón: tentáculos-, y hacen algunas “cositas”.
En 2009, un pulpo del Acuario del Muelle de Santa Mónica, en California, desmontó una válvula de agua, conectada a un tubo que saca el agua fuera del tanque, y causó una inundación masiva.