Durante una semana se crea una ciudad llamada Black Rock, en Nevada, Estados Unidos, que alberga a los asistentes al Burning Man (Hombre en llamas), un festival de hermandad, un poco de sicodelia y arte.
En este lugar no se permite la venta de productos, a excepción de hielo y café, y no hay patrocinadores ni marcas presentes. Lo que quieran conseguir los participantes se hace a través de trueque. Además, todo mundo es bienvenido y debe trabajarse en comunidad para dejar el sitio intacto luego de la semana de actividades.
El nombre lo tomaron de la quema de una figura humana la última noche de festival, que es espectacular. Durante una semana, el desierto de Nevada se convierte en un lugar de sueños, esculturas gigantes y mucha fraternidad.
Mira estas imágenes para que te des una idea de lo que se vive en ese lugar, y seguramente te vas a inscribir para la edición de 2019.