Algunos dirán que es mala suerte, pero si prefieres ver el vaso medio lleno también podrías decir que es buena suerte… porque no murió.
Un hombre, considerado el más desafortunado del mundo, fue mordido por un oso, un tiburón y una serpiente ¡en menos de cuatro años!, y se ha vuelto noticia. Solo le faltó que lo orinara un perro.
Dylan McWilliams solo tiene 20 años y en sus últimos cuatro ha sido objeto del ataque de tres de los animales más feroces y temidos por los humanos. Durante su hasta ahora breve estancia en la Tierra, no parece ser popular entre sus habitantes.
La última de las mordidas que recibió fue el pasado 19 de abril, cuando fue atacado por un tiburón en Kauai, una isla perteneciente al archipiélago de Hawái. Hace menos de un año fue mordido y arrastrado por un oso negro en Colorado. Además, hace poco más de tres años lo mordió una víbora de cascabel en Utah, según dio a conocer el diario Honolulu Star Advertiser.
El jueves 19 de abril Dylan se metió al agua con su tabla alrededor de las 7:30 de la mañana, pero cuando iba por su tercera ola fue lanzado de su tabla “a unas 30 yardas de la costa” (unos 27 metros). Entonces sintió un dolor increíble en su pantorrilla derecha. “Al principio sentí pánico. No sabía si había perdido mi pierna o qué”.
Dylan relató que vio hacia abajo para encontrarse cara a cara con un tiburón tigre de unos dos o tres metros de largo debajo de él. Entonces le dio una patada y empezó a nadar frenéticamente hacia la costa.
“Esa fue la parte más aterradora. No sabía dónde estaba el tiburón y no sabía si regresaría de nuevo”. Dylan necesitó siete puntadas para cerrar la herida, que no es nada en comparación con lo que sufrió el pasado mes de julio. Entonces necesitó nueve grapas en su cuero cabelludo luego de que un oso negro lo atacara cuando dormía a la intemperie en un campamento de verano.
El oso no solo le mordió la parte de atrás de la cabeza sino que lo arrastró unos cuatro metros. Dylan relató que sus compañeros se despertaron cuando escucharon cómo se partía su calavera. Luego se defendió golpeando al oso en los ojos. “Me soltó en cuanto le pegué en el ojo. Si me toco en la parte de atrás de la cabeza todavía me duele un poco. Las cicatrices de los colmillos todavía están ahí, pero las marcas de las garras en la frente se han borrado casi por completo”.
La suerte estuvo de su lado nuevamente cuando lo mordió la víbora de cascabel. Hace tres años y medio la serpiente lo atacó cuando salió a explorar en un cañón cerca de Moab en Utah.
Afortunadamente resultó ser una modrida “seca” que le inyectó poco veneno, pero suficiente para enfermarlo dos días. Él considera que su mala suerte se debe a que ha estado “en el lugar equivocado en el momento equivocado”.
“Mis padres están muy agradecidos de que sigo vivo”, dijo. Claro que sí.