Oliver Pugh, de 26 años, es el chico con la peor suerte del mundo, desde los 22 años. Ha tenido tres infecciones de meningitis, un ataque al corazón, un tumor canceroso que lo dejó paralizado, perdió medio pulgar y al parecer su esposa lo dejó por el padrino.
Todo comenzó en 2012 cuando Oliver fue al doctor por un dolor de cadera. Asumiendo que era algo relacionado con el trabajo. El dolor no se fue, así que le hicieron un escaneo de resonancia magnética y los doctores encontraron una anomalía en su espalda. Luego se supo que tenía un tumor canceroso que necesitaba ser extirpado.
Después de dos cirugías fallidas para removerlo, Olver contrajo meningitis tres veces como resultado de una infección en su médula espinal. Luego perdió medio pulgar en un accidente industrial en junio de 2012, y fue llevado a un hospital donde encontraron que la herida se había infectado con estafilococo dorado, un gérmen resistente a los antibióticos.
Luego de todo eso, en 2015 sufrió un ataque cardiaco cuando su esposa lo abandonó.
“Yo era definitivamente el hombre con la peor suerte del mundo. A causa del tumor, mi corazón bombeaba más sangre en mi cuerpo y necesitaba trabajar más mientras el tumor crecía. Mi matrimonio se destruyó y me tuve que mudar”.
Cuando iba en camino a su nueva casa, tuvo un gran dolor en el pecho y pensó que iba a morir. Se orilló y llamó a una ambulancia. Estuvo en cuidados intensivos por una semana.
Los doctores le diagnosticaron “Síndrome del Corazón Roto”. Luego, perdió sus piernas cuando la presión del tumor en la espina dorsal incrementó. En silla de ruedas, Oliver se dio cuenta de que los doctores consideraban la idea de la amputación pero intentaron antes remover el tumor nuevamente.
“Necesitaban sacar todo el tumor pero eso podría dañar la espina permanentemente.”
Increíblemente, su mala suerte terminó y al pasar la cirugía, sorprendió a los médicos al verlo andar en dos pies. Luego de cuatro años de infierno, la vide de Oliver empieza a verse mejor. Ahora está enfocado en abrir un bar.
“Estoy realmente feliz de lo que tengo y de no tener ningun prospecto, a tener muchos”.
Incluso piensa en volver a practicar Kung Fu, pues fue campeón nacional y europeo.
“El Kung Fu es mi vida, he estado en ello desde que tenía seis años, y no poderlo practicar cuando estaba enfermo me destruyó más que nada.”
Su mensaje es no dejarse vencer nunca, ante nada. Aunque todo se vea muy mal las cosas siempre pueden cambiar.