Hay perros consentidos, pero Gunther VI llega a otro nivel. No se trata solo de un can con el que juegan y al que apapachan sus dueños, sino que este lomito tiene una fortuna de más de 500 millones de dólares. Además, es dueño de numerosas propiedades. Una de ellas es la antigua mansión a la orilla de la playa en Miami, que anteriormente perteneció a Madonna y que ahora este perro pastor alemán busca vender por casi 31.7 millones de dólares o al menos eso es lo que han presentado diversos medios internacionales.
Gunther VI, proviene de un linaje de pastores alemán con el mismo nombre que han sido llamados por mucho tiempo “los perros más ricos del mundo”. Todo comenzó cuando Gunther III heredó un fideicomiso de 150 millones de dólares de su dueña, la condesa alemana Karlotta Liebenstein, quien murió en 1992. Desde entonces, Gunther y su progenie han sido protegidos por los cuidadores, que no solo se encargan de su bienestar, sino de administrar su dinero e inversiones.
La casa perteneció a Madonna, quien adquirió la propiedad de la Bahía Vizcaína por 7.1 millones de dólares en los años 90. La mansión cuenta con un frente costero de 30.5 metros con muelle y tiene una superficie total de 4800 metros cuadrados, de los cuales 782 metros cuadrados están construidos. Cuenta con nueve habitaciones y ocho baños y medio.
La venta de la propiedad del perro ha sido una revolución en internet, pero para sorpresa de muchos, incluso de los más prestigiosos medios informativos, la historia es falsa. Al menos la parte sobre Gunther VI, “el perro más rico del mundo”, porque la mansión sí que está en venta. Esto resultó ser parte de una estrategia publicitaria de un millonario para tener mayor movimiento en el mercado inmobiliario.
La historia detrás de Gunther
Associated Press publicó una nota sobre la venta del inmueble, que muchos medios replicaron, pero más tarde borró la entrada de su agencia informativa tras descubrir que los datos que expuso eran falsos, pues resultó ser un mentira que un perro estuviera vendiendo una casa. AP publicó una nueva nota en donde describe el error, se disculpa y profundiza en la verdadera historia.
La mansión no pertenece a un perro, sino al multimillonario italiano Maurizio Mian, quien es el heredero de una compañía farmacéutica, el Instituto Gentili, que desarrolló un tratamiento para la osteoporosis. De que tiene dinero, lo tiene, pero Mian decidió inventar la historia de Gunther y la condesa para vender con mayor facilidad varias de sus propiedades. La mansión, actualmente en venta, es llevada por Gunther Corp. Sin embargo, no existe ningún perro que intervenga de manera económica en el juego.
De hecho no existe una condesa. Mian confesó a un periódico italiano en 1995 que la condesa “fue solo un invento para dar a conocer su filosofía”. En 1999, The Miami Herald informó que Gunther IV estaba tratando de comparar una mansión a Sylvester Stallone. Al día siguiente, el diario informó que todo fue un truco publicitario.
Monica Tirado, directora del Grupo Gunther, dijo a AP que Carla Riccietelli, quien se describió a sí misma como la manejadora del perro, es la “expareja” de Mian. Carla ha dicho a otros medios que ha trabajo con los Gunther desde hace 30 años y se ha encargado de las últimas tres generaciones. Cuando a Tirado se le preguntó sobre más detalles de la historia, se negó a dar respuesta porque “hay un contrato exclusivo con una producción de Netflix”. La multinacional de streaming no ha dado comentarios al respecto.
Ruthie Assouline, una corredora de bolsa que junto a su esposo Ethan listan casa frente al mar, dijo para el New York Post que Mian “tomó prestado” o “alquiló” el perro y que “toda la historia es una gran mentira”.
La historia falsa se remonta a 20 años atrás. Maurizio quería entrar en el negocio del cine e inventó esta historia falsa. Es hijo de un multimillonario. El cuidador también me contó toda la historia. Es la estafa más grande. Es un chiste. Me gustaría que alguien le pusiera fin a esta tontería. Ahora mismo, han contratado a un perro y lo están filmando en la casa. Contrataron a un perro hace 20 años y ahora han contratado a otro, es una estafa.
—Ruthie Assouline